TORRES-RODRÍGUEZ, ORIENTACIONES TRANSPACÍFICAS

Vols. 4 y 5 / julio-diciembre 2020 / enero-junio 2021 (Número doble) – ÍNDICE
RESEÑA. Autora: Diana Hernánde Suárez

Torres-Rodríguez, Laura J., Orientaciones transpacíficas. La modernidad mexicana y el espectro de Asia, Chapel Hill, North Carolina Studies in the Romance Languages and Literatures, 2019, 264 págs. (ISBN: 978-1-4696-5189-7)

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Orientaciones transpacíficasEste libro de la estudiosa puertorriqueña Laura J. Torres-Rodríguez, profesora del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Nueva York, abre nuevas perspectivas para entender la modernidad en México desde la influencia oriental o asiática. El libro inicialmente nació como una tesis doctoral en la Universidad de Pennsylvania. Posteriormente, según se deduce de los Agradecimientos y de la Introducción, tal tesis se enriqueció con distintas metodologías que van desde la crítica literaria, los estudios culturales, los estudios poscoloniales, el imaginario popular y otra serie de materiales heterogéneos. La crítica literaria constituye la principal metodología de Torres-Rodríguez,  pues aporta el mayor rigor a su investigación a juzgar tanto por sus análisis del archivo japonés de José Juan Tablada, como de los ensayos de José Vasconcelos en torno el hinduismo y de los de Roger Bartra sobre el modo de producción asiática, sin dejar de mencionar el detallado análisis de la novela de Rafael Bernal, El complot mongol (1969). La metodología basada en los estudios culturales es más bien marginal, pues corresponde al último capítulo y al epílogo. El libro de Torres-Rodríguez asume la relectura de autores hasta cierto punto canónicos de la literatura mexicana (Tablada, Vasconcelos, Bartra, Bernal y, en menor medida, Reyes, Paz y Rulfo) bajo una perspectiva comparada que acude a la teoría poscolonial, particularmente a la del famoso ensayo de Edward Said, Orientalismo (1978), aunque advirtiendo varias diferencias al momento de aplicarlo al contexto mexicano.

Últimamente, desde la universidad angloamericana, se han producido trabajos emblemáticos sobre la genealogía de la modernidad mexicana como el de Rubén Gallo, New Tendencies in Mexican Art (2005), y el de Mauricio Tenorio Trillo, I Speak of the City (2012). Torres-Rodríguez se reconoce en tales trabajos, pero también se aparta de ellos. Se pregunta por qué, a pesar de que México tiene 7828 km de costas sobre el océano Pacífico y que en tiempos novohispanos fue centro del comercio interoceánico entre el archipiélago filipino y la península ibérica, pareció darle la espalda a Asia durante el siglo XX. Torres-Rodríguez no hace mucho hincapié en la guerra hispano-estadounidense de 1898, en que Cuba y Filipinas comenzaron un proceso de des-españolización (¿o des-europeización?); prefiere hablar más bien de un ocultamiento fenomenológico del continente asiático por parte de la intelectualidad mexicana posrevolucionaria. Ella lo denomina con el concepto lacaniano de extimidad, es decir, de extrañeza o intimidad inquietante; acude también a otro concepto datado por Jacques Derrida, invaginación, cuyo sentido refiere a lo abierto a la exterioridad desde la interioridad textual. Semejante léxico “psicoanalítico”, sin embargo, no arroja muchas luces. Hay mayor claridad, en cambio, cuando Torres-Rodríguez acude a las fuentes principales de la historia intelectual mexicana. Pues, al comentar un epígrafe de Alfonso Reyes en que éste sugiere que la pasión de José Vasconcelos por el brahmanismo hindú corresponde a cierto despotismo asiático muy propio de su Estado natal, Torres Rodríguez indica que ya desde principios del XX había un imaginario mexicano del Oriente cifrado en Oaxaca, donde nacieron Benito Juárez y Porfirio Díaz, este último de perfil autoritario como el de los sátrapas. Lástima que Torres-Rodríguez no consultara también los informes de Reyes a la Secretaría de Relaciones Exteriores, recogidos recientemente por Víctor Díaz Arciniega, donde el autor de Visión de Anáhuac (1917) se opuso a la migración de asiáticos a México bajo la idea de que el indígena mexicano necesitaba occidentalizarse.

Lo que caracterizó a la intelectualidad mexicana con respecto al continente asiático, para Torres-Rodríguez, fue un imaginario más que una realidad, es decir, “una entidad reproducida por la imaginación y las instituciones del saber mexicanos” (p. 25). Si la modernidad mexicana reconoce su genealogía en el Porfiriato, es de notar que el viaje de Tablada a Japón en 1901 como corresponsal de la Revista Moderna constituye uno de los primeros acercamientos a un tipo de modernidad asiática fundada en la elegancia del poderío militar. Las conclusiones a las que llega Torres-Rodríguez sorprenden por su capacidad de síntesis. Si el fin de la estética porfirista, por decirlo así, puede hipostasiarse en el saqueo que las tropas zapatistas hicieron contra la colección de arte japonés en la casa de Tablada en Coyoacán hacia mediados de 1914, el fin de la estética priista (si tal cosa existió) puede representarse con la publicación en 2002 de un libro de fotografías de Daniela Rossell, Ricas y famosas, que retrata a las mujeres de la élite del PRI que entre 1994 y 2000 rodeó el sexenio de Ernesto Zedillo. Pues Torres-Rodríguez analiza especialmente una fotografía de este libro, en que dichas mujeres posan recostadas en alfombras a la manera de un harén oriental. Lo cierto es que si Tablada escribió en su exilio En el país del sol (1919) e Hiroshigué (1914), resulta difícil hallar algo equiparable entre la intelectualidad priista de la primera década dl siglo XXI.

Torres-Rodríguez aporta un aspecto novedoso al indagar en una colección de estampas japonesas eróticas, denominadas comúnmente como shunga, que permanece hasta la fecha cerrada al público aun cuando se encuentra en los archivos del Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec (p. 82). Atribuida informalmente a Tablada, la colección de estampas data de 1896 y 1904, el año de la Guerra Ruso-Japonesa, en que el gobierno nipón suplió material erótico a sus soldados. Es de notar que tales imágenes remiten a hombres en uniforme militar y a mujeres en trajes de enfermeras, lo que haría pensar en que encajaban muy bien en cierta estética militarista afín al Porfiriato. La caída del régimen de Díaz no eliminó esta afinidad. Durante los primeros gobiernos posrevolucionarios, en que José Vasconcelos lideró la política cultural y educativo, el orientalismo retomó nuevos bríos. Vasconcelos, en Estudios indostánicos (1920), propuso una modernidad muy parecida a la de las élites brahmánicas, es decir, basada en la espiritualidad autóctona como estrategia de la descolonización cultural. Vasconcelos, pues, formalizó el imaginario de su misión política y cultural para que los intelectuales y artistas mexicanos se convirtieran en una casta religiosa (p. 114). Allanó el camino para que más tarde la burocracia priista hiciera de los discursos identitarios los ejes del poder coercitivo del Estado a la manera del maoísmo o el estalinismo (p. 150). Vasconcelos pareció arrepentirse de su entusiasmo revolucionario en sus memorias noveladas cuyo primer tomo, Ulises criollo, sugiere cierto deseo de helenizarse o re-occidentalizarse.  Pero ya muy tarde.

En el nuevo orden mundial surgido tras la Segunda Guerra se impuso en México un tipo de modernidad oriental fundado en el concepto marxista de modo de producción asiático, concepto que Roger Bartra teorizó en Marxismo y sociedades antiguas: el modo de producción asiático y el México prehispánico (1975) y en Estructuras agrarias y clases sociales en México (1974). En este último, en efecto, Bartra afirmó que la burguesía mexicana pagó a muy alto precio el radicalismo populista a cambio de que el PRI gozara de estabilidad política. Más adelante, en Oficio mexicano (1993), Bartra reafirmó su argumento de que el Estado ha “orientalizado” a sus ciudadanos para dominarlos (p. 151), lo que lo llevó a él a oponerse al movimiento zapatista (EZLN). Otro de los acercamientos originales de Torres-Rodríguez al espectro asiático en la modernidad mexicana lo constituye su análisis de El complot mongol (1969), la novela de Rafael Bernal. Además de analizarla como un correlato de la masacre de Tlatelolco, en la que parecieron enfrentarse fuerzas maoístas contra las estalinistas de Lombardo Toledano (p. 174), Torres-Rodríguez resalta también la experiencia diplomática de Bernal en Perú y Filipinas, lo que ya lo había llevado a publicar dos ensayos históricos por lo general olvidados por la crítica literaria mexicana, México en Filipinas (1965) y en Diferentes mundos (1967), así como otro ensayo publicado póstumamente, El gran océano (Banco de México, 1992).

No ignora Torres-Rodríguez lo difícil que resulta aplicar en México la teoría poscolonial de Said. Pues, por un lado, la teoría poscolonial parece fundamentarse en la destrucción en sentido heideggeriano de la ontología que ha hecho posible la denominación colonial europea del mundo (cf. M. Heidegger, Para una destrucción de la historia de la ética, 1969), bajo la suposición o justificación de la angloamericana como no-europea, es decir, bajo la máscara orientalista. Por otro lado, y con base en El Nomos de la tierra (1950) del jurista alemán Carl Schmitt, resulta muy sospechosa la superioridad de Occidente con respecto a Oriente. Si se analiza bien un mapa, Rusia, China, India constituyen una masa coherente de países firmes, los más poderosos de la Tierra en recursos, territorio y población. En cambio, lo que llamamos Occidente es un hemisferio abierto por los grandes océanos, el Atlántico y el Pacífico, en donde naturalmente, como istmo azotado por huracanes subtropicales y ahora mismo por la guerra comercial entre China y Estados Unidos, se encuentra México. De modo que en ningún momento pierde valor el libro de Torres-Rodríguez. Entre más claro se explicite el imperialismo asiático, vía China o vía Estados Unidos, más claro resultara entender la hegemonía del PRI durante buena parte del siglo XX y las tentativas actuales para reestablecerlo, mediante nuevos dispositivos culturales.


CITA BIBLIOGRÁFICA: D. Hernández Suárez, “Torres-Rodríguez, Orientaciones transpacíficas”, Recensión (Número doble), vols. 4-5, Madrid, Recensión, 2021 [Enlace: https://revistarecension.com/2021/01/17/torres-rodriguez-orientaciones-transpacificas/ ]