IDEA DE LA ILUSTRACIÓN

EN PORTADA. Autora: Simonetta Scandellari
Vol. 11 / enero 2024

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La Ilustración ha sido y todo parece indicar que ha de continuar siendo, al menos por el momento, el lugar de referencia, controversia o reinterpretación necesario para el mundo moderno y contemporáneo. Ahora bien, esto es referible tanto al estado sociocultural y político de las sociedades como a la entidad teórica formada de esa categoría de Ilustración. Y lo cierto es que esa categoría, esa entidad teórica, históricamente formada por la Historia de las Ideas y del Pensamiento, ha venido cambiando durante las últimas décadas en virtud de las investigaciones. Actualmente ya no son por supuesto aceptables ni los simplismos de dominio enciclopedista ni la consiguiente restricción impuesta por un concepto de revolución política fundado en el horror o la unilateralidad restrictiva frente a los planos de la acción sociocultural y científica. En cualquier caso, la revolución política violenta, pese a un largo e indefendible sobreseimiento, como si inevitable, por parte de la crítica histórica y política, usualmente atenta a un foco parcial que minimiza la posición contraria, no puede continuar manteniéndose, nunca y aún menos actualmente tras la evolución de las investigaciones. Porque la sangrienta era del Terror y su gran eje que sucesivamente se dirimió en París-Moscú-Berlín y sus entreactos es acreedora de una degradación moral y humana en nada comparable al trabajo de la revolución científica o artística, independientemente de que unas opciones u otras puedan converger o no y del modo que fuere. Esto atañe a la Ilustración enciclopedista, pues se encuentra al inicio de esa monstruosidad moderna que denunció con profundidad teórica Friedrich Schiller.

Es un hecho que las investigaciones sobre la Ilustración directa e indirectamente desarrolladas en Europa y América han descubierto una realidad mucho más rica, plural y matizada. Casos llamativos en este sentido son sin duda los que han ofrecido España e Italia durante las últimas décadas, incluso en una opción tercera de confluencia de ambos, pudiéndose hablar no solo de una Ilustración española y una Ilustración italiana sino también de una subsiguiente hispano-italiana, al igual que por otra parte hispanoamericana. También es cierto, curiosamente, que muy pocas veces se ha llevado a cabo un balance general propiamente dicho y aún menos de forma no polarizada. Es decir, no ha sido hecho hasta ahora con plena resolución totalizada, aunque podamos recordar a este propósito la muy extensa obra de Franco Venturi. Pero sí queremos subrayar en este punto la ejecución de una resolución de parte, de parte hasta tiempos recientes ausente, cuya reconstrucción revela por necesidad una amplificación del todo fundamental.

Si Kant -quepa recordar- se preguntaba en el último cuarto del siglo XVIII acerca del concepto de Ilustración en sentido esencial, aunque con presuposición histórica, su respuesta, tan contundente como sencilla sobre la base de la mayoría de edad y la autonomía del individuo pensante, podría seguir aun hoy perfectamente en pie, pero pronto resultó insuficiente. Casi a mediados del siglo XX Horkheimer y Adorno hubieron de afrontar la complejidad de un difícil tránsito de guerras y más sangrientas revoluciones por medio, con resultado de reflexión dolorosa -se ha venido a decir con frecuencia, y podríamos añadir que con falta de nitidez- imprescindible para nuestro tiempo y los nuevos escenarios y también actualmente insuficiente y hasta incompleta, quizás por perentoria en su día, cosa tal vez comprensible en quienes padecieron o tuvieron que huir del nazismo de su propia patria. Pero había un trabajo de base todavía por hacer y que por inercia o ingenuidad se daba por resuelto. El cruce de la ideología a lo largo y a lo ancho con la filosofía, su entremezclamiento indiferenciado acabó por enturbiar las posibilidades del análisis.

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Es ese el caso de Foucault y su confusa, o al menos hasta el último momento, postura ante la Ilustración, que bien es cierto, inteligentemente hacía reposar en Kant y no en el enciclopedismo francés. Con todo, según ha comentado recientemente Aullón de Haro con motivo de la edición de El origen español del Derecho Internacional moderno, de James Brown Scott, importante obra olvidada, los asuntos se aclararían con más fondo y rigor si se comenzara por reconocer la importante clave de la radical anteposición de la Ética al Poder por el renacentista Francisco de Vitoria, lo cual hubiese supuesto, salvadas las distancias, la rectitud de la mirada, así como por otra parte reconocer el hecho de que Foucault, pensador de potente capacidad dialéctica, llegó a achacar a ideología el padecimiento propio de una grave enfermedad vírica, la que le hizo morir. O sea -dicho directamente- el problema de la Ética es insalvable en toda la Ilustración francesa, y a su vez en sus comentaristas, sean estos de ello conscientes o no. Y de ahí el sentido de la “ética arraigada” que categoriza Aullón de Haro a propósito de su “fenomenografía” de la Escuela Universalista Española en Idea de la Ilustración, donde además advierte de la insuficiencia epistemológica de Franco Venturi (vol. IV, 1) cuando halaga la interpretación galileana de Juan Andrés pero no advierte la perspectiva heurística de la obra historiográfica de éste, al igual que tampoco comprende la culminación lingüística universalista de Lorenzo Hervás, o simplemente ignora la musicología y la epistemología newtoniana de Antonio Eximeno o el común y original maridaje por parte de estos intelectuales jesuitas de humanismo clásico y ciencia empírica moderna con sentido histórico y antropológico.  

Es sin duda Franco Venturi, mediante los volúmenes de Settecento Riformatore (1969-1990) y aun otras obras conexas, quien prácticamente tuvo en su mano un modo de la posibilidad general de abrazar la Ilustración en su conjunto, cuando menos en lo que se refiere a la extensión del horizonte histórico europeo y sus diversidades, pero ciertamente careció a veces de cierta penetración en la escena de particularidades detectadas así como del suficiente alejamiento de prejuicios enciclopedistas que impedían la profunda crítica de esa misma orientación francesa. Tal vez las propias circunstancias históricas del autor así como las dimensiones del esfuerzo y la copiosidad del material resultante cegaban ya por principio esta expectativa, y ello sin menoscabo de muchas virtudes que es preciso reconocerle.

El permanente debate acerca de la entidad y caracteres de la Ilustración, comúnmente tendentes de una u otra forma a establecer una homogeneidad a partir de la realidad histórica, o bien fundamentar una posición individualizada, cabe decir a fecha de hoy que no era la orientación más adecuada para un estudio en verdad concluyente. Bien es cierto que el intento de fijar una base compartida no solo poseería, o posee, su importancia, sino que tiene el pleno sentido exploratorio de los modos de relación entre las facciones o intereses intelectuales, a menudo también ideológicos. Sea como fuere, todo parece indicar que no ha habido nitidez en la contrastación y obtención de consecuencias entre las diferentes polaridades, entre sus principios, medios y finalidades. Es más, no se había observado la diversidad de las polaridades ni el protagonismo o exclusividad de las mismas.

Si no fue factible como interpretación final el gran proyecto de Venturi, a vista de los materiales disponibles sí que cabría pensar una reinterpretación, ya asimiladoramente global, ya de reorientación de la totalidad desde una de sus partes. Ha habido unos pocos intentos a estos propósitos, pero es en el segundo de los casos donde podemos observar una resolución eficiente, y ello precisamente como consecuencia de la superación de dos factores, la polarización viciada sobre los tres polos dominantemente reconocidos (Empirismo inglés, Enciclopedismo francés, Ilustración alemana) y esto mediante el descubrimiento de una diferente realidad ilustrada, además bibliográficamente abrumadora, que reabre el orden y las partes del asunto en cuestión y obliga a nuevas reformulaciones de principio y de finalidad. ¿Cómo es posible la emergencia de una realidad tan importante y cuantiosa a tantos años vista? No es muy justificable que haya podido suceder, pero así ha acontecido y el problema suscitado, como no podía ser de otro modo, puede ser deducido y explicado por tanto a partir de la simple evidencia. Entre tales evidencias se encuentra, aparte un centenar de páginas de bibliografía primaria, la creación de la Historia universal de las letras y las ciencias, la culminación del estudio catalogado de las lenguas del mundo, la vinculación etnológica de música y lenguaje como forma de expresión universal, o una fundamental contribución a la creación de la Antropología cultural desde un directo estudio de América.

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Es decir, hablamos de las grandes obras de Juan Andrés, Lorenzo Hervás, Antonio Eximeno, Francisco Javier Clavijero, Juan Ignacio Molina, Celestino Mutis y medio centenar de autores que configuran esta Escuela Universalista. En el anterior número de Recensión tuvimos ocasión de presentar mediante reseña al gran ilustrado jesuita, a un tiempo humanista clásico, musicólogo, empirista radical y newtoniano, Antonio Eximeno; también al científico meteorólogo tardoilustrado y asimismo jesuita con destino en La Habana que cierra la última generación de esta serie de autores: Benito Viñes. Ambos casi olvidados y recientemente reeditados. En nuestra reseña hicimos notar que habríamos de volver sobre la voluminosa investigación elaborada en equipo por una treintena de investigadores del Instituto Juan Andrés de Comparatística y Globalización, obra presidida por la “Fenomenografía de la Escuela Universalista” que allí advertíamos concernía, entre otros muchos asuntos importantes, a esos dos autores mencionados y ahora restituidos: Idea de la Ilustración.

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NOTA BIBLIOGRÁFICA

Aullón de Haro, P. (ed.), Idea de la Ilustración: Estudios sobre la Escuela Universalista, Madrid, Verbum, 2022.

Eximeno, A., De la institución de los Estudios Filosóficos y matemáticos, trad. de J. Juez Gálvez, Madrid, Instituto Juan Andrés, 2023.

Foucault, M. (1978-1983), Sobre la Ilustración, ed. de Javier de la Higuera, Eduardo Bello y Antonio Campillo, Madrid, Tecnos, 2006.

Horkheimer, M. y Adorno, Th. (1944-1947), Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos, Madrid, Trotta, 2016.

Ramos Guadalupe, L. E., De meteorología y huracanes: Benito Viñes, un científico español en Cuba, Madrid, Instituto Juan Andrés, 2023.

Venturi, F., Settecento Riformatore, Turín, Einaudi, 1969-1990, 7 vols.


CITA BIBLIOGRÁFICA: S. Scandellari, «Idea de la Ilustración», Recensión, vol. 11 (enero-junio 2024) [Enlace: https://revistarecension.com/2024/01/07/idea-de-la-ilustracion/ ]