REVISTA DE FILOSOFÍA DIÁNOIA

Vol. 7 / enero 2022 (Núm. monográfico 120 años de la Estética de Croce) – ÍNDICE
REVISTA DE REVISTAS. Autora: Diana Hernández Suárez* 

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Diánoia es reconocida en el mundo hispánico como revista filosófica de referencia. Desde 1955, Diánoia ha tenido una aparición regular a cargo del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Fondo de Cultura Económica. Hasta 2001 su publicación mantuvo una periodicidad anual. Desde entonces hasta la fecha se publica de forma semestral, en mayo y noviembre, como revista académica indizada, para dar cabida a investigaciones, discusiones y reseñas de carácter filosófico[1]. Con sesenta y siete años  en circulación, se trata de una de las revistas de filosofía de mayor duración en Hispano América.

El origen de esta publicación se remonta a 1940, cuando Eduardo García Máynez, entonces director de la antigua Facultad de Filosofía y Letras, ubicada en la Casa de los Mascarones, en el Centro histórico de Ciudad de México, funda un Centro de estudios para difundir y promover trabajos filosóficos de la Escuela Nacional Preparatoria y la Facultad, el cual funcionaba a manera de seminario. A este proyecto se sumaron Roberto Mantilla Molina, José Gaos, Adolfo Mánedez Samara, Luis Recaséns Siches, José Romano Muñoz, Samuel Ramos, Joaquín Xiau y Rubén Landa, lo que permitiría consolidar la agrupación e institucionalizar el Centro de Estudios Filosóficos de la Facultad de Filosofía y Letras durante ese mismo año. Al igual que muchas otras empresas intelectuales y académicas en México, este centro se nutrió fuertemente de los exiliados republicanos españoles.

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Los antecedentes inmediatos de Diánoia como órgano difusor de las investigaciones y trabajos relacionados con la filosofía en México, desde la institucionalización de los estudios filosóficos por la UNAM, se encuentran el Boletín Bibliográfico (1940) y en la revista Filosofía y Letras (1941-1958). El Boletín tenía la finalidad de recopilar reseñas e investigaciones sobre filosofía realizados por los integrantes del Centro. Debido a que los costos de publicación resultaron insostenibles fue fundamental crear una publicación propia de la Facultad, cuyos gastos corrieran a cargo de la Universidad. La revista Filosofía y Letras además de suplir al Boletín se convirtió la vocera de las reflexiones sobre Filosofía, Letras, Historia y Antropología.

En 1945, García Máynez propuso cambiar la categoría de Centro a Instituto, con la finalidad de independizar las investigaciones y trabajos filosóficos de la Facultad y de otras disciplinas, particularmente de las aproximaciones literarias y antropológicas. Para realizar dicha empresa, se adquirió el financiamiento de 15 mil dólares, donados por la Fundación Rockefeller, para operar durante los primeros 5 años de gestiones del nuevo instituto.[2]

Durante la administración de Miguel Alemán Valdés, como presidente de la República mexicana, se inaugura el 20 de noviembre de 1952 la Ciudad Universitaria, dicho espacio tuvo la finalidad de concentrar todas las facultades, centros e institutos asociados a la UNAM. La mudanza de las escuelas y facultades se dio a comienzos de 1953. El nacimiento de Diánoia coincide con el cambio de sede de los institutos a Ciudad Universitaria. El Instituto de Estudios Filosóficos publicó en 1955 el Anuario de Filosofía Diánoia. A juzgar por las publicaciones de los primeros números, la intención fue dar cuenta de las reflexiones, diálogos y trabajos sobre el pensamiento filosófico en México, principalmente, y sobre debates para pensar los problemas identitarios de los países hispanoamericanos. Resulta evidente la importancia del nacionalismo metodológico en los trabajos y aproximaciones de la época, es en esta misma década que se publica el famoso ensayo de Octavio Paz, El laberinto de la soledad (1950), bajo la misma tónica, Rogelio Díaz Guerrero publicó Psicología del mexicano en 1961, ambos ensayos recuerdan al trabajo de Samuel Ramos, El perfil del hombre y al cultura en México, de 1934. Con la instauración del Instituto de Investigaciones Filológicas, se publica el primer número bajo la dirección de Eduardo Nicol, cuyo pensamiento filosófico encabezaba los trabajos de investigación filosófica de la época; con un tiraje significativo a cargo de la imprenta Gráfica Panamericana y con respaldo, edición y distribución del Fondo de Cultura Económica, cuyo director era Arnaldo Orfila, fue el primer órgano de difusión masiva del semillero ideológico, universitario. Años más tarde, poco antes de terminar lo que podríamos denominar “la primera época” de Diánoia, Nicol señala lo siguiente sobre su finalidad:

El nombre de Diánoia que sirve de divisa al Anuario simboliza al mismo tiempo su intención y su carácter. La Diánoia -dice Platón- es un diálogo interior y silencioso del alma consigo misma. La quietud, la intimidad, la soledad, son necesarias para que el pensamiento reflexivo reflexivo produzca frutos de verdadera ciencia. Pero el pensamiento y la palabra son una misma cosa, dice también Platón; por esto el pensar no es puro noéin, sino diánoia, y la palabra de razón no es puro lógos, sino diálogos. Todo pensamiento es diálogo. La fase de gestación, en la que le alma dialoga silenciosamente consigo mismo en la intimidad, se completa necesariamente con la expresión creadora, el diálogo con las lamas ajenas, en el cual se cumple el carácter de auténtica comunidad que tiene el pensamiento cuando busca la ciencia verdadera. La ciencia –la verdad– es un bien común. Diánoia se pone al servicio de este bien.[3]

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La apuesta de la revista era demostrar que México había “alcanzado la madurez” institucional e intelectual para desarrollar filosofía en español, y así “crear las condiciones de posibilidad de un nuevo estilo” de investigación filosófica-científica alejada de otros modelos de reflexión crítica: el ensayo:

En estos países nuestros ha venido predominando desde el siglo XIX ese género de la filosofía que podemos llamar ideología, cuya forma apropiada de expresión es el ensayo. En la mayoría de los casos, el ensayo no ha sido como un recurso literario empleado para hacer más accesibles ideas rigurosas, sistemáticamente organizadas. Ha sido más bien la carencia de este rigor y sistema lo que ha solido determinar la elección del estilo[4].

La separación del método de investigación y reflexión filosófica frente a los trabajos de investigación literaria o antropológica se deslinda por medio de la forma discursiva de la expresión. El ensayo no debía, de acuerdo con este propósito, ser el vehículo crítico de las aproximaciones filosóficas, razón por la cual era imperioso consolidar un método sistemático de alcance filosófico destinado a garantizar el análisis filosófico; evidentemente el objetivo de la revista, más que crear un espacio de difusión de “lo mexicano” o “hispanoamericano”, expresado “vagamente” en los ensayos, era crear y consolidar el pensamiento sistemático-lógico (resabios del pensamiento positivista mexicano, quizás) bajo la propuesta de la filosofía analítica y en contra de la producción filosófica castellana (acusada de ser asistemática y poco rigurosa), particularmente en lo que se referiría a Ortega y Gasset o María Zambrano.

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De forma paralela a esta revista apareció la Colección de Diánoia, cuya finalidad era publicar los resultados de las investigaciones del Instituto, y sus seminarios, organizados dentro de la Universidad, lo cual también permite ver la orientación y líneas de investigación y aproximación de esos centros universitarios. Entre los trabajos publicados en esta colección es posible encontrar de Samuel Ramos, Hacia un nuevo humanismo; José Gaos, De la filosofía, y de Juan David García Bacca, Metafísica, publicados en 1954. Posteriormente se editan diversos trabajos relacionados con la filosofía del derecho, así los de Eduardo García Máynerz y Luis Recaéns Siches. En esta colección también aparecen trabajos sobre Estética, de Miguel Bueno, y de inclinación sociológica, de Lepoldo Zea.

A partir de 1967 se vuelve evidente la superación de “lo mexicano” como foco central de reflexión y se deslinda de la investigación a partir de ontologías y epistemologías “latinoamericanas”, aunque aún dando prioridad a las investigaciones realizadas por filósofos hispanoamericanos. El papel que había tenido esta revista fue encauzado por otra publicación del mismo Instituto: Crítica. Revista Hispanoamericana de Filosofía (1967). Desde ese momento Diánoia se centró en los estudios de filosofía, en general, atendiendo a las corrientes filosóficas más importantes de la época, como la fenomenología, aunque con un importante giro hacia la filosofía analítica.

La revista Diánoia puede ser tenida como la historia material y editorial de los derroteros filosóficos del Instituto. Entre 1966 y 1977, a cargo de Fernando Salmerón Roiz, director del centro, se propuso la iniciativa de reflexionar, encausar y organizar las tendencias filosóficas bajo un enfoque crítico, pues bajo el goce de “absoluta libertad” hasta el momento las producciones eran más bien dispersas y sin “un claro objetivo” de indagación filosófica.

Salmerón publicó diversos ensayos en Diánoia sobre el problema de la enseñanza y de la investigación de la Filosofía en México. De igual forma, a partir de 1972 hay una importante recuperación de la figura de Ortega y Gasset, así como de los trabajos de José Gaos. La discusión sobre el estudio filosófico, así como del rumbo que debía tomar la revista, se basaban en las propuestas de Husserl y Heidegger, a la vez que buscaban reivindicar la “estructura” y el “sistema” de la filosofía de Ortega y de Gaos. Bajo este nuevo sentido crítico, tanto el Instituto como la revista, refuerzan las áreas de investigación en diversas áreas, particularmente en filosofía de la ciencia, metodología de la filosofía, historia y filosofía de la ciencia y lógica. Es posible ver en Diánoia que a partir de 1976 había ya una línea filosófica bien definida basada en la filosofía del lenguaje, historia de la filosofía y de la ciencia, filosofía del derecho y estética.

El interés por la estética en la revista es evidente y particular. Hay diversas aproximaciones y reflexiones al respecto, “aplicada a lo mexicano”. Sobresalen, sin embargo, los trabajos de carácter ensayístico durante la primera época, a cargo Miguel Bueno y Luis Villoro. Sin embargo, pese a preguntarse sobre los problemas estéticos, ni Antonio Caso ni Adolfo Sánchez Vázquez, quizás los dos grandes representantes de los estudios de Estética en México, colaboran en Diánoia. Llama la atención que pese a que Caso, con su sistema estético, y Sánchez Vázquez, con sus numerosos estudios sobre Estética y marxismo, formaron parte del Centro de estudios filosóficos y posteriormente estuvieron vinculados con el Instituto en la UNAM, además de que ambos compartían la importancia de la “sistematización” filosófica como método de estudio, ninguno de los dos publicó ahí (salvo Sánchez Vázquez algunas reflexiones sobre marxismo).

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Es probable que la razón de ello se encuentre en el rechazo que estos manifestaron hacia la “carga metafísica dogmática” propia del materialismo dialéctico tradicional; postura que tiene fundamento en dos propuestas importantes: el idealismo y el materialismo. Tal como demuestra Sánchez Vázquez en su libro Estética y Marxismo (1970), los problemas filosóficos no son ontológicos (propuesta que parece haber estado fuertemente arraigada al primer momento de la revista Diánoia), sino de carácter “praxiológico”. En otras palabras, todo acercamiento epistemológico, ontológico, estético y antropológico debía partir del materialismo práctico que lo fundamenta, según Caso.

A partir de 2001 la publicación comienza a aparecer de forma semestral y sufre cambios significativos. Cambia el título a Revista de Filosofía Diánoia. El último número anual apareció en 1999, por lo que hay una pausa de un año en el cambio de milenio. El cambio de “época” resulta muy evidente toda vez que la línea de investigación propuesta por Salmerón se mantuvo hasta este último número. En la “nueva época” la publicación se inclina por estudios filosóficos de carácter universal aún cuando no haya relación mínima con el “ser latinoamericano o mexicano”. Se promueve ampliamente la investigación filosófica escrita en español sin importar el enfoque o temática. Se ha vuelto a cultivar el ensayo como forma de reflexión filosófica y puede apreciarse la cada vez más creciente presencia de mujeres en la publicación, tal es el caso de Juliana González.


NOTAS:

* UNAM, Becaria del Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, Instituto de Investigaciones Bibliográficas. Asesorada por el Dr. Pablo Mora Pérez Tejada

[1] Cf. Revista de Filosofía Diánoia, UNAM, http://dianoia.filosoficas.unam.mx/.

[2] Cf. E. García Máynez, “Breve historia del Centro de Estudios Filosóficos”, Diánoia, 12 (12): 240, 1966.

[3] En E. García Máynez, op. cit.

[4] E. Nicol, Diánoia, 1(1): 7-19, 1955.


CITA BIBLIOGRÁFICA: D. Hernández Suárez, «Revista de Filosofía Diánoia», en D. Mombelli (ed.), 120 años de la Estética de Croce, Madrid, Recensión, vol. 7 (enero), 2022 [Enlace: https://revistarecension.com/2022/02/06/revista-de-filosofia-dianoia/ ]