ANTONIO ESCOHOTADO. IN MEMORIAM

Vol. 7 / enero 2022 (Núm. monográfico 120 años de la Estética de Croce) – ÍNDICE
ARTÍCULO / ENSAYO. Autor: Sebastián Pineda Buitrago

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Retrato

Acerca del filósofo español Antonio Escohotado (1941-2021) acaso pudiera proponerse un epigrama similar al que, en honor de Lucrecio, compuso el anarquista peruano Manuel González Prada (1844-1918):

Tú del Olimpo arrojas al Tirano, / y sólo ves la Nada y el gusano / en el reino inviolado de la muerte. / Eres, oh gran pagano, / manjar de libres, demasiado fuerte / para el servil cerebro de un cristiano.

Para cierta tradición hispánica, que quiso hacer del catolicismo su sustancia nacional y que ha hecho de la pereza mental un dogma institucional («que inventen ellos»), resulta “demasiado fuerte” el pensamiento de Escohotado, cuyo epitafio ya anima a seguir otra tradición epigramática, y pagana: «Quiso ser valiente, y aprendió a estudiar». Semejante epitafio arroja la imagen de alguien que aspiró a encontrar en el estudio y la lectura, y también en los alucinógenos y en el sexo, un auténtico placer. El epicureísmo (así Lucrecio) enseña que los dioses son verdaderos cuando gozan, y que no lo son cuando andan a la gresca. No hay que confundir goce con pasividad o mera laxitud; ni pensar, como los puritanos, que divertirse es pecado.

La conciencia infeliz

Animado por la reivindicación que de Hegel había hecho Herbert Marcuse, uno de los filósofos más leídos por el hipismo y la contracultura, en 1970 Escohotado se doctoró en Derecho por la antigua Universidad Central con una tesis que tituló inicialmente La filosofía moral del joven Hegel con especial referencia al concepto de la ley, y que luego cambió por el de La conciencia infeliz. Ensayo sobre la filosofía de la religión en Hegel (Editorial Revista de Occidente, Madrid, 1971). Allí Escohotado comenzó por apartarse del neopositivismo anglosajón de Karl Popper, para quien Platón y Hegel encarnaban los enemigos de la «sociedad abierta» al no acatar el lado positivo de las cosas. Sin asumir tampoco la «estética de la negatividad» de Adorno, Escohotado puso especial interés en la visión comparada de las religiones que había efectuado Hegel. En varias ocasiones citó aquel comentario de Hegel sobre el Génesis según el cual, si el pecado es asumir el bien y el mal como separación, el conocimiento es fuente de infinita reconciliación. El conocimiento, la «ciencia», dejó de ser un privilegio divino en el momento en que Eva mordió el fruto prohibido por consejo de la serpiente. Como sabemos, el pago por adquirir el conocimiento fue el trabajo constante y la inminencia de la muerte. Pero a fuerza de ciencia médica y de tranquilidad filosófica se capitaliza la vida mortal, se rentabiliza, se hace más llevadera.

Rameras y esposas

En el cuarto capítulo de su provocador libro de 1993, Rameras y esposas, Escohotado parafrasea y comenta Los evangelios apócrifos (siguiendo la edición de Santos Otero de la Biblioteca de Autores Cristianos, en Madrid, 1963), para concluir con cierta sorna que María encarna a la madre alcahueta que tolera todas las rapacidades de su primogénito y que, considerada cónyuge del Todopoderoso, rebaja al marido a simple empleado. Las burlas contra el carpintero José persisten hasta en los villancicos de hoy. El humilde nacimiento del Niño Jesús, unigénito de Yahvé, es en realidad una coartada para hacer de sus progenitores unos meros siervos. De ahí que sean “pecados” para el católico, según Escohotado, el control de la natalidad, el divorcio y la eutanasia.  

Experto en Newton, a quien tradujo, Escohotado advirtió el dogmatismo de la civilización mecánica. Reducir los fenómenos de la naturaleza a leyes matemáticas, como propuso Newton, no significa derogar el arte de describirla. El propio Newton tuvo mucho de ocultista y de poeta. Además, como por otra parte observó Escohotado en Caos y orden (1999), la naturaleza abunda en zonas intermedias aún irreductibles al cálculo matemático: es un torbellino o turbulencia de átomos en espiral que supera la corporeidad del amo y la incorporeidad del siervo, es decir, el dominus incorporeus del judeocristianismo. La virtualidad excesiva a la que nos someten las redes sociales y las nuevas gobernanzas digitales, para las que cada vez más la presencialidad es prescindible, ¿no imponen con mayor fuerza la dialéctica del amo y el esclavo?

El espíritu de la comedia

En El espíritu de la comedia (1991), un título que aproximadamente invierte el famoso de Nietzsche, Escohotado aprovecha para desmentir la acusación de Fernando Savater contra Heidegger. Pues, por haber apoyado inicialmente a los nazis, no es la filosofía heideggeriana una apología del antihumanismo. El hombre no puede ya ser la medida de todas las cosas. La comunicación por satelite, para empezar, ya no tiene forma humana. El ojo apenas alcanza un breve campo del espectro electromagnético. Ante el vasto desconocimiento de la realidad física del universo, la opción ya no puede ser la filosofía platónica cristiana que toma lo relativo al ser como cosa predicable al Hombre y no como realidad física. En lugar de metafísica, dice Escohotado, el logos físico de Aristóteles y el de uno de sus alumnos más originales, Epicúreo, invita a saber briznas y pequeños instantes.

Historia general de las drogas

Llegados a este punto, aún no hemos hablado de los dos libros más voluminosos y conocidos de Escohotado, Historia general de las drogas (1989) y la trilogía de Los enemigos del comercio (2008-2016). Del primero hay que decir muchas cosas. En el futuro parecerá increíble que a partir de “narco” (palabra que se desprende de narcótico e indica toda sustancia que produce sopor, relajación muscular y embotamiento de la sensibilidad y el intelecto) se hubiese desatado un conflicto planetario. Si el vino tardó en normalizarse más de tres siglos en Occidente, desde la inspiración de religiones mistéricas hasta suavizarse en la sangre de Cristo para el rito eucarístico, por su parte la esperanza de solución del problema del narcotráfico radica en la derogación de su prohibición, de modo que las drogas alucinógenas se normalizaran como el alcohol o el tabaco y se expendieran en la farmacia o el supermercado, o bien quedaran asociadas a algún culto permitido. Escohotado afirma que las drogas con psicoactividad son las sustancias más visibles de un mundo básicamente desustanciado, “en rápida transición hacia algo que trata por todos los medios de huir hacia delante”. La saturación del espacio operada en las megalópolis actualeses quizás sea el factor singular que se opone al prohibicionismo farmacológico, cuya naturaleza consiste en la inamovilidad. Ahora bien, la teoría fenomenológica de las drogas formulada por Escohotado no consiste en una metafísica o no se trata de una mera psicoactividad de los alcaloides, puesto que fugarse sin moverse también opera en la realidad virtul.

De Los enemigos del comercio, una voluminosa trilogía muy difícil de resumir en un párrafo clave, acaso convenga recordar ahora un detalle etimológico en el cual incisivamente insiste Escohotado y aparece en un pie de página del primer tomo, dedicado a la historia de las ideas sobre la propiedad privada. La palabra tripalium, el aspa de tres palos usada para crucificar en el Imperio romano a los esclavos o a los falsos mesías, es la raíz etimológica de trabajo. El equivalente griego es el verbo ergon, con la diferencia de que ergon apunta más bien a actividad. Bajo la hipótesis de que el Sermón de la montaña es el antecedente del Manifiesto comunista, los mayores enemigos de Jesús son los comerciantes y quienes defienden la propiedad privada. Para ellos, Jesús es el principal revolucionario, pues fue el primero en poner en duda la propiedad privada (cosa que jamás hizo Platón). Después de expulsar a los mercaderes el siguiente acto público de Jesús fue el Sermón de la Montaña, donde enumeró cuatro categorías de elegidos: 1) pobres de espíritu, 2) humildes, 3) afligidos y 4) sedientos de justicia. Es de notar que los fariseos (la clase media entre los judíos) pasaran a ser sinónimo de hipocresía, avaricia y crimen. Los fariseos aparecen en los Evangelios como «guías ciegos», «víboras», «asesinos», «amantes del dinero», «perversos», «podredumbre», «sepulcros blanqueados» y «saqueadores» (Cf. Mateo 23:15). De ahí que Flavio Josefo quedara impresionado por la agresividad de los discípulos de Jesús.

Los enemigos del comercio

Como coda final, huelga decir que Escohotado ejerció también las veces de crítico literario. Recomendaba la lectura de dos libros de cuya clarividencia nos podemos servir todavía: El hombre rebelde, de Albert Camus, y La emboscadura, de Ernst Jünger, ambos publicados en 1951. Son dos libros cuya clarividencia puede seguir iluminándonos el camino. En ellos se sostiene que la persona singular soberana nunca podrá ser vencida, pues prefiere el peligro a la esclavitud; que la persona singular soberana no se deja atrapar ni aterrar por las cifras o el número. La «filosofía de la fría contabilidad del crimen», sacralizada por el «ilustrado» Marqués de Sade (1740-1814), de quien se desprende el término «sadismo», ha asumido la pandemia del Covid 19 con aquella fría filosofía de la contabilidad del crimen. «Fallecidos por Covid 19 antes del 1 de marzo: 1023; después del 1 de marzo: 2032. Total:. 3055». Como si cada muerto fuera igual a otro. La ilusión del número. El nihilista lo niega todo, salvo el cientificismo más vulgar; no ve otra cosa que cifras, números de enfermos y contagiados. Datos. Ciencia puesta al servicio del «terrorismo de Estado». Hay que salirse de las estadísticas. El automatismo y el miedo van estrechamente unidos.

Camus reconoció a Jünger como el «único hombre de cultura superior que ha dado el nazismo». Como aquel que, en Tempestades de acero (Stahlgewittern, 1920), alcanzó la visión de un «Imperio mundial y técnico», de una «religión de la técnica anticristiana» cuyos fieles y soldados son los obreros. Para Camus, Jünger (el fascismo) se une con Marx (el comunismo) en esta idea tremenda: «El estatuto de un nuevo régimen de mando suple el cambio del contrato social. El obrero es sacado de la esfera de las negociaciones, de la compasión, de la literatura, y elevado hasta la de la acción. Las obligaciones jurídicas se transforman en obligaciones militares». Así, todos los problemas son militarizados, planteados en términos de poder y eficacia. La guerra como experiencia interior es la imposibilidad de un discurso coherente cuando un conflicto o enemistad absoluta resulta usurpado por las máquinas. Pues, si se piensa mejor, lo que hay es una «batalla de materiales» («Materialschlacht») que obliga a una movilización total. El mensaje final de Jünger, Camus y Escohotado es que una persona singular soberana puede derrotar a legiones de eunucos profesionales. Que uno debe creer en sí mismo; amarse, respetarse. Pues eso: las doctrinas de Escohotado cabrillean de belleza como en el poema de Lucrecio, De rerum natura, cuya doctrina común invita al estudio constante para no tener miedo.


CITA BIBLIOGRÁFICA: S. Pineda Buitrago, «Antonio Escohotado. In memoriam», en D. Mombelli (ed.), 120 años de la Estética de Croce, Madrid, Recensión, vol. 7 (enero), 2022 [Enlace: https://revistarecension.com/2022/02/06/antonio-escohotado-in-memoriam/ ]

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