SOBRE LA SEGUNDA ESCOLÁSTICA

Vol. 14 / julio-diciembre 2025
RESEÑA. Autor: David Torrijos Castrillejo

Ramis Barceló, Rafael, La Segunda Escolástica: Una propuesta de síntesis histórica, Madrid, Dykinson, 2024, 443 pp. (ISBN: 978-84-1070-165-6)

.

Probablemente éste sea uno de los volúmenes más importantes resultado durante los últimos años de la prolífica labor de Rafael Ramis Barceló, uno de los mayores especialistas en el campo de la historia de las universidades. En particular, sus aportaciones a la historia de la universidad española, expuestas en numerosas publicaciones, son inestimables. Ello le ha convertido en uno de los principales expertos en la historia de la escolástica, dado que las universidades bajo la monarquía hispánica se contaron entre las más relevantes del mundo durante buena parte de la Modernidad. En este libro cristalizan estas investigaciones, pero no como una yuxtaposición de información, sino con un esfuerzo de síntesis histórica. Ahora bien, se ha de advertir al lector que no encontrará en este volumen una especie de “historia del pensamiento”, al modo de una historia de la filosofía o de la teología. El punto de vista de Ramis es más bien el de la política y la sociología académicas. Trata de indagar cómo se desenvuelven los cambios en la universidad y cuáles son las corrientes predominantes en cada caso. Al llevar a cabo esta tarea, proporciona gran cantidad de información y una mirada de conjunto que resultará también de enorme interés para quienes se interesen más por la historia de las ideas que por la historia de la universidad.

La primera aportación del libro es proporcionar una definición razonada de lo que merece el nombre de “segunda escolástica”. Según Ramis, la segunda escolástica es “la expresión del pensamiento escolar católico de la época moderna (siglos XVI-XVIII)” (p. 43). Así se diferenciaría de otras escolásticas, como la “primera” que coincidiría con la medieval y la “reformada” que sería la desarrollada en ámbito protestante. A su vez se diferenciaría de la “tercera escolástica”, nacida también en el mundo católico a finales del siglo XVIII y estaría dotada de diferentes rasgos. La segunda escolástica se caracteriza por la presencia en ella de distintas escuelas, pese a la preponderancia del tomismo en muchos momentos, pero no se puede reducir en modo alguno a éste. Uno de los objetivos que persigue Ramis estriba en mostrar la gran pluralidad de acercamientos escolásticos a las distintas materias, resaltando incluso tendencias y figuras menores que tienden a pasar más desapercibidas y han quedado eclipsadas por el interés suscitado en torno a las corrientes usualmente más conocidas.

Desde este mismo punto de vista conceptual, uno de los asuntos en los que incide Ramis es que la segunda escolástica no puede entenderse como una mera prolongación anacrónica de la escolástica medieval. Se trata de un movimiento plenamente moderno, nacido en ámbito católico en confrontación con la crítica del humanismo a la escolástica tardomedieval y con el protestantismo, pero que no puede ser visto sólo como un impulso reaccionario. En este sentido, encontramos en Ramis unas reclamaciones análogas a las que, esta misma revista, hace algunos años presentaba a propósito de la Escuela de Salamanca[1]: su postergación en la historiografía del pensamiento sólo puede explicarse por cortedad de miras o por aviesas intenciones. En cualquier caso, Ramis insiste en que los escolásticos de este periodo “fueron autores ‘modernos’, que —pese a las dificultades formales y materiales— intentaban pensar los problemas de su tiempo y que influyeron sobremanera en la evolución de muchas ideas que han llegado hasta hoy” (p. 366).

La segunda aportación de este libro es la periodización de la segunda escolástica, en la cual enmarca la exposición de este movimiento intelectual. Ramis divide esta historia en tres periodos. El primero iría de 1507/1517 hasta 1607/1617, naciendo en la controversia con el humanismo y con el protestantismo, tras la desaparición del albertismo, que favorece un fuerte impulso del tomismo. Este primer periodo tiene una primera etapa en que predomina el tomismo frente al nominalismo y el escotismo, con figuras como Cayetano, Javelli, Vitoria y el nacimiento de la “Escuela de Salamanca”. Su segunda etapa, iniciada en 1545, estaría marcada por Trento, donde Domingo de Soto hace una clara apuesta por la escolástica frente al humanismo. En esta etapa ve la luz también el tratado De locis theologicis de Melchor Cano, de gran influjo en la escolástica posterior, y la Compañía de Jesús comenzaría a tener cada vez más peso en el ámbito universitario. La tercera etapa, que daría inicio en 1563, supondría una estabilización de las diferentes escuelas, con la aparición también de varios insignes jesuitas como Vázquez, Mariana o Suárez. Asimismo, mientras comenzaría lo que Ramis denomina “escolastización” de la mística, se postergaría la teología positiva en beneficio de la escolástica y se establecerían nuevas disciplinas. Además, algunas polémicas en torno a la gracia y la predestinación (el bayanismo y la controversia de auxiliis) marcarían la discusión teológica de esta época y seguirían teniendo su influjo con posteridad.

El segundo periodo de la segunda escolástica se desarrollaría, según Ramis, desde 1607/1617 hasta 1665/1670. En estos años se comienzan a percibir cada vez mejor los límites del propio método. Ya se advertía en el enfrentamiento con el humanismo y con los protestantes, pero, sobre todo, con el nacimiento de la “nueva ciencia” y de nuevas corrientes filosóficas modernas, que cuestionan el método y los resultados de la escolástica. En este periodo predominan las escuelas tomista, escotista y jesuítica, comienzan algunos escolásticos a escribir en lengua vernácula y se redactan cursos escolásticos completos conforme a la mente de los cabezas de escuela. Después de una primera etapa, en 1637 comienza una segunda, marcada por la confrontación con las nuevas corrientes de pensamiento modernas (cartesianismo, jansenismo y hobbesianismo).

El tercer periodo se extendería desde 1665/1670 hasta 1773. En esta franja temporal nacen nuevas escuelas de menor envergadura que intentan abrirse un hueco en la escolástica, explorando la posibilidad de crear un sistema racional en torno a autores no tan trillados, como Gil de Roma, Buenaventura, san Anselmo, Enrique de Gante o Ramón Llull. También hay intentos de lograr alguna síntesis con la filosofía moderna o bien de refutarla. En una primera etapa se percibe cierto retroceso del tomismo, pese a su predominio formal, y una transformación del escotismo, que se volvió más creativo. También aparece el suarismo y se produce la confrontación entre las escuelas de moral, principalmente entre dominicos y jesuitas. En una segunda etapa, iniciada en 1705, se torna muy clara la crisis de la escolástica, pese al intento de respuesta de la Compañía de Jesús. En 1740 comenzaría la tercera y última etapa en que se introducen en la escolástica las ideas seculares de la Modernidad y, pese a ciertas reacciones contrarias a dichas ideas, se puede hablar del fin de la segunda escolástica.

Después de exponer la evolución que acabo de presentar, Ramis cree conveniente dedicar algunas páginas a explicar el final de la segunda escolástica y el nacimiento de la “tercera escolástica”. A ello dedica un epílogo. En buena medida, esta decadencia se debió a razones políticas: el intervencionismo de los reyes elaboró los planes de estudio a su antojo, mientras que la extinción de la Compañía de Jesús supuso un golpe mortal a la escolástica. Pero también había razones internas de agotamiento y abandono por parte de las órdenes religiosas. Sin embargo, el tomismo pervivió sobre todo con ayuda de la Orden de Predicadores. Además, en el siglo XIX los jesuitas también hicieron lo posible por dar auge al tomismo en lo que se denominó “neoescolástica”, que asimismo favoreció los estudios históricos sobre distintas corrientes, especialmente medievales. Para Ramis, se puede hablar, pues, de una tercera escolástica que se desarrollaría desde 1773 hasta 1965/1968, extinguiéndose con el Concilio Vaticano II. Sin embargo, se diferenciaría de la segunda escolástica por ser un movimiento importante sólo dentro del ámbito de los estudios eclesiásticos católicos, pero no una corriente universitaria hegemónica como lo había sido aquélla.

En resumen, podemos augurar que el libro de Ramis representará en lo sucesivo un punto de referencia obligado para la investigación en este área de la historia del pensamiento. Proporciona una visión de conjunto muy completa y sistemática de un rico movimiento científico y académico, donde la contribución española es particularmente importante. Un libro, pues, de consulta necesaria también para comprender de manera cabal el recorrido intelectual efectuado en ámbito hispánico.


NOTAS: 

[1] Véase P. Aullón de Haro, “Deficiencia de la historiografía filosófica: la Escuela de Salamanca”, Recensión, 3 (2020), https://revistarecension.com/2020/02/13/deficiencia-de-la-historiografia-filosofica-la-escuela-de-salamanca/ (consultado 19/6/2025).


CITA BIBLIOGRÁFICA: D. Torrijos Castrillejo, «Sobre la Segunda Escolástica», Recensión, vol. 14 (julio-diciembre 2025) [Enlace: https://revistarecension.com/2025/09/27/sobrelasegundaescolastica/ ]