PETER BURKE, PÉRDIDAS Y GANANCIAS

RESEÑA. Autor: Pedro Hernández Verdú
Vol. 1 / enero 2019 – INDICE

Burke, Peter, Pérdidas y ganancias. Exiliados y expatriados en la historia del conocimiento de Europa y las Américas, 1500-2000, trad. de S. Chaparro, Madrid, Akal, 2018, 252 pp. (ISBN: 978-84-46044611)
Versión original en inglés: Loss and Gain. Exiles and Expatriates in the History of Knowledge in Europe and the Americas, 1500-2000, Brandeis University Press, 2017, 312 pp. (ISBN: 978-15-12600-38-4)

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burke - pérdidas y gananciasPeter Burke (1937) es catedrático emérito de Historia de la Cultura en la Universidad de Cambridge e investigador en el Emmanuel College, institución que él mismo califica como “uno de los mejores lugares del mundo para jubilarse, ya que la universidad continúa apoyando la investigación, así como brindando un ambiente agradable para buscarla”. Su acercamiento a la historia de la cultura occidental es interdiscisplinar, de aprendizaje “de antropólogos, historiadores del arte, geógrafos, sociólogos, lingüistas y estudiantes de literatura”.

…..Pérdidas y ganancias, según indica el autor en el prefacio, es fruto de las conferencias pronunciadas en diferentes países, gracias al éxito de una obra anterior, Hibridismo cultural (2010), traducida a más de treinta lenguas. Esos encuentros entre profesores universitarios e interesados por la cultura son para el autor ocasiones extraordinarias de conocimiento y enriquecimiento personal. El hecho es que el libro de Burke es una investigación muy bien documentada y, sin lugar a dudas, las extensas referencias bibliográficas a pie de página que ofrece se convierten en fuente de profundización. Mucha de la rica y extensa bibliografía citada en este libro procede de las sugerencias de otros especialistas. El autor agradece con sencillez bibliografía y materiales que le han aportado sus compañeros, algo que él denomina lo más fructífero, es decir, el encuentro personal académico, en congresos y conferencias.

…..Burke aborda mediante un análisis comparativo tanto las migraciones de intelectuales más conocidas, las producidas en el siglo XX con el nazismo y la guerra civil española, como las más importantes sucedidas en los últimos quinientos años en Europa y América. En este libro “se cruzan las tendencias de la historia del conocimiento y la historia de las diásporas, pues no sólo se desplazaron los exiliados, también sus conocimientos”. La intención del autor es resaltar cómo aquello que convierte en peculiar las contribuciones al conocimiento que realizaron los emigrados es su superación del provincianismo. El encuentro entre los exiliados y sus anfitriones produjo un doble proceso de apertura de horizontes y modos nuevos y alternativos de pensar. El exilio así considerado se convierte en un proceso formativo, si hay aceptación mutua y se superan las segregaciones. Así lo vivió de cerca Peter Burke en Oxford durante la década de los cincuenta. A su vez, cuando los emigrados vuelven a su tierra natal, introducen nuevas ideas y métodos.

…..A primera vista, el libro es de objetivo muy ambicioso para no extenderse más allá de doscientas páginas, y por ello Peter Burke tanto en la introducción como en los dos primeros capítulos se aplica a la delimitación del objeto y el método a seguir. Los tres capítulos siguientes se dedican al periodo del Renacimiento, a los siglos XVII y XVII y a los grandes éxodos del siglo XX. Por último, un breve epílogo dedicado a las terribles consecuencias de provincialización que tendría para la cultura europea el ya inminente Brexit de Gran Bretaña, hace patente la actualidad del aspecto esencial de este libro.

…..Burke no encuentra diferencias muy evidentes entre la migración forzosa de exiliados y expatriados y la debida a un profundo rechazo hacia la situación, política o económica, en el país de origen. Por eso prefiere recurrir al término más amplio de emigrante. Siempre se trata de algo originado por problemas personales. El trauma del traslado desde la tierra natal hacia otro país, con lo que supone de desplazamiento y de carrera truncada, genera sentimientos de inseguridad, aislamiento y nostalgia de la patria. Hay que enfrentarse también a la búsqueda de un nuevo empleo, la pobreza, la necesidad de aprender otra lengua e incluso un posible odio de los nativos a los inmigrantes.

…..Entre los exiliados intelectuales del Renacimiento señala Burke cómo el dominio habitual y extendido del latín y del francés, les permitió superar con facilidad las diferencias del idioma. En cambio los universitarios exiliados en la pasada década de los treinta sufrían al ver cómo apenas podían comunicar sus conocimientos en el nuevo idioma o sirviéndose de traducciones poco fidedignas de sus obras. Al poco de llegar a Inglaterra, Pevsner escribió a su mujer: “no va a ser fácil nadar en estas aguas. Cada frase, cada conferencia, cada libro, cada conversación aquí significa algo totalmente distinto a lo que significaría en casa”. El éxito en un país extranjero conlleva, pues, estar dispuesto a reinventarse, comenzar de nuevo.

…..Tras una breve introducción de cada oleada migratoria, Burke se centra en las contribuciones de estudiosos y científicos en su nueva patria. Se presentan casos relacionados con la historia del conocimiento en Europa y las Américas, aproximadamente en los últimos quinientos años, desde 1453 con la toma de Constantinopla por los otomanos hasta 1976 con la dictadura militar de Argentina. La mayor parte de los casos analizados pertenece más a la categoría de los especialistas en humanidades y ciencias sociales que a los de ciencias naturales, sobre todo por la cercanía al ámbito disciplinar del autor.

…..Burke prefiere centrarse en algunas de las consecuencias positivas del exilio para el conocimiento. Según Catherine Epstein (1991) las ganancias fueron inconmensurables (de aquí Burke parafrasea el título de su obra), como en el caso de los historiadores alemanes refugiados en Inglaterra y EEUU, donde ejercieron una gran influencia, realmente más a través de actividades docentes y encuentros personales que con sus publicaciones. Franz Neumann (1953) señalaba las tres posibles actitudes de los exiliados: autosegregarse con los de su misma cultura y lengua, resistirse a la cultura de acogida o, lo más fructífero, integrarse y sintetizar aspectos de ambas culturas, la de origen y la de acogida. De modo similar Burke va a clasificar los intelectuales en autosegregados o no adaptados; mediadores entre culturas –según él los que más han aportado-, sobre todo traductores y editores; y una minoría que, fruto de un proceso de superación personal, ha convertido su desapego en ventaja excepcional para el análisis y para crear una nueva síntesis de la que se beneficiarán ambas partes. A éstos últimos es a quienes Burke pretende destacar de modo especial.

…..De las diferentes aportaciones a la cultura, Burke destaca como decisiva la migración por motivos religiosos y no de exilio, es decir, los misioneros, que realizaron una labor de difusión y de síntesis cultural realmente poco valorada en su conjunto, siglos antes de las gramáticas y las enciclopedias de la Ilustración y del nuevo sistema universitario del siglo XIX. En el capítulo cuarto les dedica diez páginas, especialmente a los jesuitas Mateo Ricci y Athanasius Kircher, a las labores coordinadas desde Roma, Ámsterdam y París. En resumen, “los jesuitas renacentistas contribuyeron enormemente al incremento de los conocimientos de Occidente sobre el resto del mundo, sobre todo en el caso de Asia Oriental y las Américas y mejoraron mucho el conocimiento que se tenía de Occidente en otras culturas” (p. 120). En el capítulo anterior, el autor dedica dos páginas a los jesuitas desterrados por Carlos III, casi todos reunidos en Roma, entre ellos subraya especialmente a Lorenzo Hervás y Juan Andrés por su afán enciclopédico. Hervás “pasó gran parte de su tiempo en Italia compilando un catálogo de todas las lenguas del mundo. En cualquier caso, fue más que un compilador, también fue un teórico, que no sólo dotó a Humboldt de información, sino también de ideas que el estudioso alemán desarrollaría posteriormente” (p. 64).

…..A modo de conclusión y poco antes del epílogo sobre el posible Brexit, Burke afirma lo siguiente: “en mi opinión, no pocas regiones de Europa y las Américas habrían sido mucho más provincianas sin las aportaciones de los exiliados y éstos, a su vez, también habrían sido mucho más estrechos de miras de haber permanecido en sus respectivas patrias” (p. 202).