LA HISTORIOGRAFÍA LITERARIA ANGLOSAJONA: TICKNOR (1)

Vol. 10 / julio 2023 
ARTÍCULO / INVESTIGACIÓN. Autor: José Manuel Pons

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La ciencia literaria no atraviesa un buen momento en los Estados Unidos de Norteamérica, país donde prácticamente no existe la filología clásica y académicamente se halla sumido en disgregaciones sociologistas y en estudios ajenos al lento saber forjado en la lectura y en las disciplinas filológicas. No vamos a tratar ahora del perverso reflejo de la actual situación. Pero según es evidente esto no ha sido siempre así: existió, como todos sabemos, otro horizonte de cosas, y acaso sea momento de restituir algunas de sus cumbres y reevaluar la situación actual frente al reflejo que ofrece la perspectiva histórica. Afrontar el pasado es imprescindible para saber dónde nos encontramos, es decir dónde ha ido a parar la ciencia humanística nortemericana respecto del mundo y de sí misma.

Ticknor 4

El lugar que ocupó la obra magna de Ticknor en los discursos suscitados por la crítica profesional y la historiografía literaria fue resultado de posturas, en último término, condicionadas por enfoques decimonónicos de orgullo patrio (nacionalismos de época), tanto de signo positivo como negativo, ya se tratara de visiones a un lado u otro del océano. La escasa bibliografía en torno a la obra del bostoniano es una muestra más de la deriva en que están sumidos los estudios literarios, y la que existe de reciente aparición es, fundamentalmente, de carácter introductorio general[1] o deudora de los llamados estudios culturales y de una lectura sociologizante e ideologizada del texto historiográfico. Para restituir parcialmente esta laguna sirve el volumen colectivo monográfico, coordinado por J. M. del Pino, y publicado en 2022[2], aunque centrado en la realidad específica americana, al cual nos referiremos más adelante.

Ticknor

La aparición de la History of Spanish Literature simultáneamente en Londres y Nueva York, en 1849, constituyó, sin duda, un hito en los estudios hispánicos, pues por primera vez, y desde cero, se ofrecía una visión completa y documentada de la historia de la literatura española, ya que los intentos precedentes de Bouterwek y Sismondi, aunque importantes, habían resultado fallidos. Pronto se sucederían las traducciones (español, alemán, francés) y las numerosas reediciones y reelaboraciones[3], que dan cuenta del papel determinante de la History en la fundación del Hispanismo, sector de la ciencia humanística al que Ticknor dará proyección internacional como disciplina científica y académica, y cuya vigencia, la de esta gran obra de metodología y bibliografía avanzadas, a lo largo de más de cuarenta años, sólo será relevada por otros proyectos historiográficos que vendrían a completar o corregir una obra de la que eran deudores. El más importante tanto en el ámbito anglosajón como en el hispánico será el texto de Fitzmaurice-Kelly A history of Spanish Literature (1898)[4].

La incidencia de los intereses de Ticknor en el estudio de la lengua y la literatura españolas en el panorama académico americano de principios de siglo XIX fue importante y ha sido puesto de relieve en los trabajos, entre otros, de Miguel Romera Navarro, Franco Meregalli, Richard L. Kagan, Iván Jaksic, Taylor C. Leigh, Rolena Adorno, Antonio Martín Ezpeleta, y José M. del Pino, la mayoría de ellos actualizados recientemente en el volumen colectivo editado por Del Pino. La labor de Ticknor, en primera instancia de carácter educativo[5], y sólo posteriormente editorial y de verdadera intervención en las esferas culturales bostonianas, supuso un modo de prestigiar la lengua y la cultura hispánicas en el mundo anglosajón frente al predominio cultural ejercido por lo inglés o lo francés; aceleró los estudios de filología hispánica, contribuyendo a fijar el canon literario; ofreció no sólo una interpretación de la literatura española que fue seguida por generaciones futuras, sino que su obra fue referente inevitable en el debate de aspectos fundamentales para la historiografía literaria del momento, tales como la influencia arábiga en el nacimiento de la poesía española, la datación, autoría y cuestiones varias cidianas, y, del mismo modo, asuntos importantes no resueltos entonces en referencia a los romances, o al Tirant lo Blanch, así como la puesta en valor del teatro del Siglo de Oro, o discusiones relativas a la obra cervantina, además de constituirse en fuente documental de textos sacados por él a la luz y publicados por primera vez. Todo ello sin desatender el ideal romántico que esperaba desentrañar el espíritu propio de un pueblo (Volksgeist) manifestado tanto en su propia lengua y literatura, como en su arte, hecho que los hacía idóneos como medios de formación moral del individuo. Estos principios, que justifican que Ticknor comience su History por la Edad Media y que divida la obra en tres épocas (desde los orígenes hasta Carlos V; desde Carlos V hasta Felipe V; y desde Felipe V hasta el presente), sin embargo no ofrecen especial novedad metodológica ni son fruto exclusivo de su estancia en la Universidad de Gotinga. Como ya explicara Thomas R. Hart, “His critical principles are those of the great majority of New England critics in this period. He accepted unquestioningly the standards of his class: the Federalist and Unitarian standards of the Boston aristocracy; accepted them, indeed, so easily that he probably was never fully aware of the role they play in his writings about literatura”[6]. De hecho, los principios críticos de Ticknor son, a efectos prácticos, idénticos a los de su amigo Prescott, que ni había estudiado en Alemania ni sabía leer alemán[7].

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Retrato de Amador de los Ríos

En un contexto de autoconciencia estadounidense respecto de su propia insuficiencia cultural, la obra de Ticknor, que al ofrecer una visión de los orígenes del hispanismo y, por tanto, permitir el paralelismo con la realidad contemporánea de los Estados Unidos, además de servir de puente cultural entre el Nuevo y el Viejo Mundo, se convertía en un aviso de navegantes de los errores que el pueblo americano debía evitar a la luz de la decadencia en que había desembocado la realidad española, y que, de acuerdo a la lectura de una historia hispánica entonces imperante de índole protestante, era resultado principalmente del fanatismo religioso (Inquisición) y del despotismo monárquico. La conciencia de estar contribuyendo a la tarea de llevar al país a la mayoría de edad, a partir de su experiencia en un sistema educativo que considera deficiente y que le había llevado a completarlo con una estancia en la universidad alemana de Gotinga, en ese momento cuna del historicismo crítico y una de las más relevantes de Europa, y con sus viajes por los países más importantes de Europa (Inglaterra, Francia, Alemania, Austria, Italia y España) para subsanar las carencias bibliográficas de las bibliotecas estadounidenses, viene respaldada no sólo por la idea avalada por el egregio presidente Jefferson[8] de que los orígenes de los Estados Unidos están relatados en lengua española, y son, por tanto, fuente ineludible, y de que la relación comercial y diplomática con el resto del continente de habla hispana era una necesidad, sino también por la actividad intelectual de amigos, compañeros y discípulos (Washington Irving, Longfellow, William H. Prescott, Emerson, Nathaniel Hawthorne…), para los que fue acicate e inspiración, y que publicaron obras tanto de temática hispana como específicamente preocupadas por la realidad estadounidense. Era el germen del nacimiento cultural de una nación, pero también de lo que Kagan ha denominado the Spanish craze[9], y que después ha secundado la mayoría de los estudiosos, para referirse al fervor que en Estados Unidos se tuvo en la primera década del siglo XX por todo lo español, aunque predomine en esta concepción la mirada folclórica o pintoresca, de cuño anglogalo, de la realidad hispánica y otros intereses, como el coleccionista, que derivó, en algunos casos, en saqueos del patrimonio artístico.

George-Ticknor-Martin-Milmore-Boston-Public-Library-1871

Si la visión descrita es la que se ha proyectado desde un entorno, el específicamente norteamericano, que busca dar razón de una de las modas que aquejó al naciente país, en convivencia con otras tantas (hubo “también un «estilo japonés», una «locura holandesa», un «coleccionismo de objetos de los indios nativos», una «egiptomanía» o una «fiebre mexicana», por mencionar algunos de los más notables modelos importados”[10]), y es en el comienzo de ese proceso en el que se quiere dar valor a la obra de Ticknor, más allá de que se hayan narrado las circunstancias que la hicieron posible o se haya descrito su génesis, estructura y desarrollo posterior, no obstante, es en el espejo de la historiografía literaria hispánica en el que hay que considerar la History de Ticknor y situarla en su valor, pues no sólo fue la primera historia de la literatura española creada en suelo americano, sino la primera creada en el mundo con una garantía crítica moderna.

Se expondrá sintéticamente, en próximos trabajos, la recepción que la obra de Ticknor tuvo, en la segunda mitad del siglo XIX, en el ámbito cultural español, pues es en el que cabe considerarla, a través de la valoración crítica de Amador de los Ríos, Francisco de Paula Canalejas, Andrés Bello, Milá y Fontanals, Menéndez Pelayo, Leopoldo Alas Clarín y Juan Valera, quienes de manera monográfica o con motivo de sus propios proyectos historiográficos se vieron impelidos a referirse a la obra del bostoniano. La aparición en 1851 del primer volumen de la obra en español, traducida y anotada por Pascual de Gayangos y Enrique Vedia[11], agitó el panorama cultural español y generó un importante malestar, pues ponía de manifiesto la dejadez en la que se sumían los estudios literarios hispánicos, y así lo referiría Amador de los Ríos, acusando que tuviera que evidenciarlo un autor extranjero de influencia internacional. La publicación española de los restantes volúmenes, auspiciada por un Pascual de Gayangos que enriquecería notablemente el texto original inglés, hasta el punto de añadir un volumen, no haría sino incrementar la impresión de necesidad de un proyecto historiográfico sensible a la específica idiosincrasia española y ajena a superposiciones ideológicas. La publicación de la obra de Fitzmaurice-Kelly a final de siglo vendría a cumplir parcialmente esa necesidad. Tanto el número de bibliotecas españolas (42, y algunas con varios ejemplares)[12] que cuentan con la primera edición de la obra de Ticknor, como el número de ediciones y reediciones y traducciones de la obra, así como el número de ejemplares vendidos en los casi cincuenta años de publicación (la 6ª edición americana corregida y aumentada es de 1891), da cuenta de la importancia y vigencia del proyecto historiográfico del bostoniano en realidades sociales en las que las circunstancias americanas arriba descritas no existían ni podían existir.

Antes de describir la reacción crítica de los autores de habla hispana ante la obra de Ticknor, se enumerarán los rasgos que caracterizan la labor historiográfica del siglo XVIII, de la que en parte es deudor el autor americano, a pesar de formarse en el Romanticismo de cuño alemán, Romanticismo que, como explicó Cassirer y ha recordado Aullón de Haro[13], quiso silenciar la historiografía dieciochesca a partir de la cual se había erigido metodológicamente. Estos rasgos[14] atañen tanto al propio trabajo historiográfico, es decir, a las competencias generales del historiador, como a las específicas del relato histórico, y que Urzainqui ha extraído de las obras de Juan Andrés, del padre Sarmiento, de los hermanos Rodríguez Mohedano, de Gregorio Mayáns, de Luis José Velásquez, de Tomás Antonio Sánchez, de los profesores de Historia Literaria de los Reales Estudios, Miguel de Manuel y Cándido María Trigueros, entre otros.

En primer lugar, el trabajo historiográfico requiere el acopio y documentación de hechos literarios, lo cual supone la búsqueda de textos, la verificación de datos y la compulsa de los diferentes manuscritos y ediciones, desde una actitud, como fue la ilustrada, de exigente crítica. Este quizá es el rasgo que caracteriza de manera determinante la obra de Ticknor y le aporta un valor específico del que carecían, por razones varias, las obras de Bouterwek y Sismondi. Como hiciera Juan Andrés, Ticknor emprende una serie de viajes tanto para la adquisición personal de ediciones rigurosas como para crear esa red de corresponsales y colaboradores que le permitiera, posteriormente, recibir información de los diferentes hallazgos bibliográficos que fueran surgiendo en Europa. Además, la consulta de archivos y bibliotecas la realizará siempre acompañado de especialistas en las distintas materias. Ticknor parte del principio de que la biblioteca como institución es la base necesaria para el acceso al conocimiento y, como Andrés, apostará por que éste sea universal y no exclusivo de una minoría privilegiada. Por otra parte, para Ticknor, como lo fuera para el jesuita español, es necesario que una adecuada historiografía literaria tenga en cuenta y examine las traducciones existentes de las obras españolas, así como de las obras extranjeras vertidas al español. Finalmente, no hay que dejar de señalar como característica del modo de trabajar del bostoniano, atento a que la información transmitida sea veraz y de primera mano, cómo sus diarios de viaje constituyen la génesis de su magna obra[15], del mismo modo que las cartas de Juan Andrés lo fueran de la suya.

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Subsidiario del primer rasgo bibliográfico es aportar información sólida y relevante sobre los autores y sus circunstancias históricas, sobre las obras manuscritas e impresas, explicando su contenido, estilo y rasgos más singulares, a la vez que se documenta la repercusión que hayan podido tener dentro y fuera de la nación dichas obras y los juicios que sobre ellas se hayan emitido. Asimismo, estas noticias deberán ir acompañadas siempre de los juicios críticos que den cuenta del valor intrínseco de cada obra. La poética clásica y su preceptiva retórica, que es la que dará validez a esta crítica dieciochesca, no obstante, será atacada por los poetas y pensadores del Sturm und Drang, desde finales del XIX, sobre la base del parágrafo 46 de la tercera Crítica kantiana, dando relevo a la moderna Estética que encontrará en los románticos sus más eficaces divulgadores que, como ha explicado Aullón de Haro, encontraron el trabajo grande ya realizado[16].

Los hechos literarios, además, requieren ser dispuestos y organizados a fin de que puedan responder a un relato integrador, que es el que da el carácter dinámico a las historias de la literatura y las diferencia del estatismo de las bibliotecas. Así, pues, la delimitación de contenidos es un principio intrínseco de toda labor historiográfica, la cual no sólo encuentra en los textos literarios su materia esencial, sino que atiende también a otros hechos y circunstancias relacionados con ellos y que contribuyen a su comprensión, aportando de este modo el historiador su propio análisis e interpretación de los hechos referidos. Hacen, de este modo, de la historia de la literatura un organismo vivo sujeto a discusión crítica, sobre todo en aquellos puntos más controvertidos.

La selección de los textos que formen el relato histórico es necesario que respondan al principio del progreso científico, por tanto primará el criterio de valor, salvo en aquellos casos en los que se trate de parcelas desconocidas de la literatura que cabrá reconstruir. La historiografía romántica, como se ha dicho, atenderá principalmente a aquellas obras que mejor reflejen el espíritu del pueblo, soslayando aquellas que lo corrompan. Es el modo de proceder de Ticknor, que le llevará, entre otras cosas, a menospreciar toda huella italiana en nuestra literatura y a no poder comprender a Garcilaso ni el Renacimiento[17]. El reinado de Felipe II, según el bostoniano, inicia la corrupción de la esencia española, y se extenderá a los dos siguientes reinados. Es este principio de selección el que normalizará el establecimiento del canon. Al mismo tiempo, se precisa de una lógica o sistema de clasificación, ya sea el de los géneros literarios o ya el de sistemas o estilos, e incluso el de escuelas, que permita agrupar obras y autores, confiriendo inteligibilidad histórica a la pluralidad de manifestaciones, posibilitando así una historiología propia de la literatura independiente de la historia cultural y general. En este sentido es en el que la empresa de Ticknor tiene un valor añadido, pues, por primera vez se escribe, en el ámbito nacional o fuera de él, una historia de la literatura española completa y que se puede entender como tal.

Ticknor 2

El orden cronológico que se presupone implícito a cualquier saber histórico, y que implica la segmentación de la literatura según criterios de periodización, irá acompañado de la discriminación del propio proceso evolutivo de la literatura desde sus orígenes hasta el presente. Como explica Urzainqui:

Este fundamental presupuesto epistemológico va a implicar la apertura, al menos, a tres tipos de tareas u operaciones: la confrontación de los textos y autores considerados con los de otras épocas u otras literaturas, la periodización interpretativa y el análisis de las causas que han concurrido para que la literatura haya sido así y no de otra manera.[18]

Finalmente, como ha demostrado eficazmente Aullón de Haro[19], la historiografía del siglo XVIII, en la obra de Juan Andrés, Antonio Eximeno y Lorenzo Hervás, creará en lo fundamental la Comparatística moderna correctamente entendida, es decir, abierta a la comprensión de lo Universal, a un concepto total de Literatura, y ajena a agrupaciones o acumulaciones muy limitadas o superficiales. Cierto es que el Romanticismo supuso una progresiva restricción como consecuencia tanto de su concepción esencialista artística de la poesía, que suponía la no comprensión de aquellas obras literarias no dominantemente artísticas, esto es, los géneros ensayísticos, como del determinante Volksgeist que focalizaría el estudio de la literatura en su dimensión nacionalista, sin comprender que “la unidad cultural no se funda en la unidad de lengua sino en la de civilización”[20]. Ticknor, inevitablemente, responderá a este paradigma romántico y configurará desde tal criterio su obra historiográfica.

Ticknor 1


APÉNDICE: EDICIONES DE LA OBRA DE TICKNOR[21]

  • History of Spanish Literature. Nueva York. Harper and brothers. 3 v.
  • History of Spanish Literature. London. John Murray. 1849. 3 v.
  • Historia de la literatura española. Traducida al castellano, con adiciones y notas críticas, por D. Pascual de Gayangos y Enrique de Vedía. Madrid. Imprenta de la Publicidad, a cargo de M. Rivadeneyra. 1851-1856. 4 v.
  • Geschichte der schönen Literatur in Spanien. Deutsch mit Zusätzen herausgegeben von Nikolaus Heinrich Julius. F. A. Brockhaus. 1852. 2 v. (XXX, 690; XII, 868 p.).
  • History of Spanish Literature. 2.ª ed. New York. Harper and brothers. 1854. 3 v. (568; 552; 549 p.).
  • History of Spanish Literature: with criticisms on particular works and bibliographical notices of prominent writers… John Murray. 1855. (Printed by William Clones and sons). 3 v.
  • History of Spanish Literature. 3.ª ed. Boston. Ticknor and Frields. 3 v.
  • History of Spanish Literature. 3.ª ed. Corrected and enlarged edition. London. Trübner and Co. 1863. 3 v.
  • Histoire de la Littérature espagnole… traduite de l’anglais en français avec les notes et aditions des commentateurs espagnols don Pascual de Gayangos et don Henri de Vedia, par J-G. Magnabal. Paris. A Durand y Hachette. 1864-1872. 3 v. (XXIII, 667 p.; 2 h., VIII, 586 p.; 2 h., XI, 585 p.).
  • History of spanish literature. 3th ed. corr. and enl. Boston. Ticknor and fields. 1864. 3 v.
  • History of Spanish Literature. 3rd. American edition. Boston. Ticknor and Fields. 1866. 3 v.
  • Geschichte der schönen Literatur in Spanien. Supplementband, enthaltend die wesentlichern Berichtigungen und Zusätze der dritten Auflage des Originalwerks von — Bearbeitet von Adolf Wolf; deutsch mit Zusätzen herausgegeben von Nikolaus Heinrich Julius; mit einer Vorrede von Ferndinand Wolf. F. A. Brockhaus. 1866. viii, 264 p.
  • Geschichte der schönen literatur in Spanien… Deutsch mit Zsätzen herausgegeben von Nikolaus Heinrich Julius. Neue Ausg. Leipzig. F. A. Brockhaus. 1867. 2 v.
  • History of Spanish Literature. Boston. Houghton Mifflin Co. 1871. 3 v.
  • History of Spanish Literature. Fourth American edition, corrected and enlarged. J. R. Osgood and Co. 1872. 3 v.
  • History of spanish literature. Fourth American edition, corrected and enlarged. Houghton, Osgood and Co. 1879. 3 v.
  • History of Spanish Literature. 5th american edition, corr. and enl. Houghton Mifflin and Co. 1882. 3 v.
  • History of Spanish Literature. 6.ª ed. americana. Boston. 1883. 3 v.
  • Supplementband, enthaltend die wesentlichern Berichtigungen und Zusätze der dritten… 1886. VIII, 264 p.
  • History of spanish literature. Sixth American edition corrected and enlarged. Boston; Houghton. Osgood and Co.; Mifflin & Co. 1888. 3 v.
  • History of Spanish Literature. 6th. American ed. cor. and enl. Houghton, Mifflinand Company. 1891. 3 v.
  • Historia de la literatura española, Edición y prólogo de D. José A. Oría, de la versión castellana, adiciones y notas críticas por D. Pascual de Gayangos y D. Enrique de Vedia, con un apéndice «Sobre la literatura española del siglo XIX» por Marcelino Menéndez y Pelayo, Buenos Aires, Bajel, 1948, 3 v.
  • History of Spanish literature, New York, Frederick Ungar Publishing Co, 1965, Reprint of the 1849 ed., 3 v., 2 ediciones.
  • History of Spanish literature, Gordian Press. New York, 6ª ed. 1965. 3 v. Reprint of 1891 edition.

NOTAS:

[1] Sirvan de muestra los trabajos de L. Fernández Cifuentes, «La literatura española en los Estados Unidos: historia de sus historias», en Historia literaria/Historia de la literatura (ed. L. Romero Tobar), Zaragoza, Prensas Universitarias, 2004, pp. 253-272; y L. Romero Tobar, La literatura en su historia, Madrid, Arco/Libros, 2006.

[2] J. M. del Pino (ed.), George Ticknor y la fundación del hispanismo en Estados Unidos, Editorial Iberoamericana, Madrid, 2022, 447 p.

[3] Ofrecemos al final un apéndice que recoge el listado completo de las ediciones de la obra de Ticknor.

[4] J. Fitzmaurice-Kelly, A history of Spanish Literature, London, Heinemann; New York, D. Appleton and Company, 1898. Traducido del inglés por Adolfo Bonilla y San Martín como Historia de la literatura española desde los orígenes hasta el año 1900, Estudio preliminar de Marcelino Menéndez Pelayo, Madrid, La España Moderna, 1901.

[5] Elabora el primer programa completo de un curso de literatura española en Estados Unidos: Syllabus of a Course of Lectures on the History and Criticism of Spanish Literature, Cambridge. Printed at the University Press, by Hilliard and Metcalf. 1823. IV, 84 p.

[6] T. R. Hart, «George Ticknor’s History of Spanish Literature. The New England Background», en PMLA, 69, 1954, p. 88

[7] Ibid., p. 87

[8] R. Adorno, “La amistad de George Ticknor y Thomas Jefferson”, en J. M del Pino (2022), pp. 51-71. El concepto de democratización de la cultura que ambos compartían, frente al aristocratismo de la clase puritana, llevó a Ticknor a colaborar fervientemente en la fundación de la Biblioteca Pública de Boston en 1848.

[9] R. L. Kagan, The Spanish Craze: America’s Fascination with the Hispanic World, 1779–1939. Lincoln, NE: University of Nebraska Press. 2019. xv + 612 pp. Publicado en España como El embrujo de España. La cultura norteamericana y el mundo hispánico, 1779-1939, Fundación Jorge Juan/Marcial Pons Historia, Madrid, 2021, 564 p.

[10] R. Núñez Florencio, “La fiebre española en Estados Unidos” en Revista de Libros, 10 de febrero de 2022. https://www.revistadelibros.com/la-fiebre-espanola-en-estados-unidos/

[11] G. Ticknor, Historia de la literatura española. Traducida al castellano, con adiciones y notas críticas, por D. Pascual de Gayangos y Enrique de Vedia. Madrid. Imprenta de la Publicidad, a cargo de M. Rivadeneyra. 1851-1856. 4 v.

[12] F. de los Reyes Gómez, Las historias literarias españolas: repertorio bibliográfico (1754-1936), Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2010, 721 p.

[13] E. Cassirer, La filosofía de la Ilustración. México, FCE, 1972, 3ª ed. rev.; P. Aullón de Haro, M. R Martí Marco, “Friedrich Schiller y la biografía”, Cuadernos Dieciochistas6, 2009.

[14] Sintetizamos, y en algunos casos parafraseamos, las ideas expuestas por Inmaculada Urzainqui en “Hacia una teoría de la historia literaria en el siglo XVIII: Competencias del historiador” en L. Romero Tobar (ed. lit.), Historia literaria / Historia de la literatura, Universidad de Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2004, pp. 209-236

[15] Los diarios de viaje de Ticknor han sido publicados y estudiados por Antonio Martín Ezpeleta: G. Ticknor, Diarios de Viaje por España, Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2012, 216 pp.

[16] P. Aullón de Haro, “Las categorizaciones estético-literarias de dimensión. Género/ sistema de géneros y géneros breves / géneros extensos” en Analecta malacitana, Vol. 27, Nº 1, 2004, págs. 7-30. Cfr.  http://www.anmal.uma.es/anmal/numero15/Aullon.htm

[17] A. Blecua, “El concepto de Siglo de Oro”, en L. Romero Tobar (ed. lit.), Historia literaria / Historia de la literatura, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2004, p. 129.

[18] I. Urzainqui, ob. cit. p. 230.

[19] P. Aullón de Haro, La Escuela Universalista Española del siglo XVIII, Madrid, Sequitur, 2016, pp. 63-91.

[20] P. Aullón de Haro, “Un paradigma para la unidad cultural de Europa”, en Pliegos de Yuste: revista de cultura y pensamiento europeos, 2005, p. 47

[21] Extraemos la información de F. de los Reyes Gómez, Las historias literarias españolas: repertorio bibliográfico (1754-1936), Prensas Universitarias de Zaragoza, 2010.


CITA BIBLIOGRÁFICA: J. Manuel Pons, «La historiografía literaria anglosajona: Ticknor (1)», Recensión, vol. 10 (julio-diciembre 2023) [Enlace: https://revistarecension.com/2023/08/01/la-historiografia-literaria-anglosajona-ticknor-1/ ]

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