TOCQUEVILLE Y EL LADO OSCURO DEL LIBERALISMO

Vol. 10 / julio 2023
RESEÑA. Autor: Aurelio de Prada García

María José Villaverde Rico, Tocqueville y el lado oscuro del liberalismo, Madrid, Guillermo Escolar, 2022, 404 pp. (ISBN: 978-84-1891-78-4)

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Cubierta TocquevilleNo es habitual, ni siquiera en trabajos académicos, encontrarse con obras en que las notas bibliográficas ocupan una cuarta parte del texto total (o incluso, una tercera, si se atiende al tamaño de letra, menor que la del resto de la caja de texto en que aparecen), como es el caso de la monografía de la profesora María José Villaverde Rico, catedrática de Ciencia Política (Historia de las Ideas Políticas) en la Universidad Complutense de Madrid, que ahora recensionamos.

Ahora bien que no sea algo habitual no supone demérito alguno, sino, más bien, todo lo contrario y es que ese centenar de páginas que, inmediatamente después de la “Conclusión”, ocupan las 1603 notas bibliográficas de la obra de la profesora Villaverde vienen a demostrar un exhaustivo manejo de fuentes y, por ello mismo, el rigor y la profundidad con los que trata un tema ciertamente espinoso como es el cambio de consideración que ha sufrido en los últimos tiempos uno de los autores clásicos de la filosofía política: Alexis de Tocqueville

Y es que el autor de La Democracia en América, el autor liberal por excelencia, el gran defensor de la libertad, el infatigable diputado abolicionista, el escritor que denunció el racismo en EEUU y el exterminio de los indios americanos… en suma, un autor casi unánimemente valorado habría pasado, tras la divulgación de sus escritos argelinos, a ser considerado como un intelectual nacionalista, colonialista e imperialista que no solo apoyó la colonización y la guerra en Argelia, sino que tampoco denunció lo que ésta trajo consigo: quema de cosechas, razias, enfumades…..

Una contradicción flagrante que la autora resume bajo el título: “Tocqueville y el lado oscuro del liberalismo” y que trata de explicar abordándola desde los presupuestos metodológicos del análisis conceptual toda vez que exigen enfocar a Tocqueville y a sus escritos a la luz del pensamiento de sus contemporáneos y no desde nuestra perspectiva del siglo XXI ni desde nuestros valores actuales, cosa que, según la autora, se seguiría haciendo, cayendo así en el puro historicismo. Análisis conceptual, pues, para abordar tal contradicción al que, “para no engañar al lector”, la profesora Villaverde añade la observación de que, aunque se sitúa en el bando de los estudiosos empáticos con Tocqueville, su libro no es una hagiografía y que, con independencia de que le caiga o no simpático, no pretende defenderle.

Así las cosas, con tales presupuestos metodológicos, con semejante declaración de intenciones y habida cuenta del titulo dado a la obra, el lector esperaría que el libro se estructurase caracterizando, primero, el liberalismo a grandes rasgos, su lado “claro” y su lado “oscuro”, con especial énfasis en este último, para pasar, luego, a analizar si la obra de Tocqueville, en su totalidad o parte de ella, habría de incluirse o no en ese lado oscuro.

Sin embargo, en lugar de esa estructura, la autora opta por un camino diferente que, a la postre, le lleva al mismo destino: analizar primero la obra de Tocqueville para luego determinar si efectivamente ha de incluirse o no en el lado “oscuro del liberalismo”. Y así, en los cuatro primeros capítulos de los cinco de los que consta el trabajo traza una suerte de biografía intelectual y política de Tocqueville que abarca todo su período productivo: desde 1831, fecha de su primer viaje a los Estados Unidos, hasta su retirada de la política en 1851.

Una biografía político intelectual que, en el primer capítulo, “Viaje por tierras indias: idealización, desencanto y denuncia”, nos lleva a “acompañar”, en 1831-1832, a un joven Tocqueville de 26 años y a su amigo Gustave de Beaumont en un viaje por “tierras salvajes” de Estados Unidos y del bajo Canadá en pos de las últimas tribus indias y en el que asiste, -asistimos- a su deportación y a su exterminio “legal”. Un exterminio que, según hará constar en La Democracia en América, sería fruto de varios factores. Un tipo peculiar de colonización que, a diferencia del español, impedía el mestizaje; el peculiar carácter de los anglosajones y también los rasgos propios de una época democrática y civilizada: la competencia y el afán de lucro. Los colonos blancos lejos de asumir su responsabilidad como civilizados, habían renunciado a un comportamiento humanitario y se comportaban con la arrogancia de quienes no tienen que rendir cuentas al ser una mayoría democrática. Una denuncia que, según señala la autora, hace difícilmente comprensible su respaldo a la colonización de Argelia y su apoyo a la guerra “total” contra los árabes.

Algo que ocurriría también con la denuncia de los prejuicios raciales de la sociedad estadounidense que, como es bien sabido, Tocqueville plasmó en el último capítulo de la primera Democracia y que la profesora Villaverde analiza en el primer apartado, “Ambigüedad en su denuncia de la esclavitud en los Estados Unidos”, del capítulo segundo, “Una gota de sangre negra”. Una ambigüedad que se seguiría asimismo del análisis de los artículos de prensa, informes e intervenciones de Tocqueville en la Cámara de los Diputados desde 1839 a 1848 a favor de la abolición de la esclavitud, al que procede en la segunda parte de este capítulo: “Su lucha por la abolición en las colonias francesas”. Y es que llega a la conclusión de que, si bien apoyó proyectos claramente insuficientes: propuestas de indemnizar a los colonos, obligar a los esclavos liberados a un trabajo forzoso, prohibirles acceder a la propiedad de la tierra… no por ello cabría reprocharle que no fuera más radical.  Tocqueville sería un político plenamente consciente de que el ámbito de la política requiere negociaciones y concesiones de modo que consideraba preferible un mal acuerdo, como lo serían tales proyectos, a ningún acuerdo.

La amistad con Gustave de Beaumont a la que aludíamos más arriba no fue la única que desempeñó un papel en la biografía político intelectual de Tocqueville y es que, como es bien sabido, mantuvo también una larga amistad con Gobineau, el supuesto padre del racismo. Una amistad “extraña” a cuyo análisis la profesora Villaverde dedica el capítulo tercero, “Encuentros y desencuentros con Gobineau”, para llegar, tras seis iluminadores apartados:  “El concepto de raza en el siglo XIX y en Tocqueville”    “Arthur de Gobineau”, “Gobineau: Padre del racismo”, “El Essai”  (referido al Essai sur l’inégalité des races humaines), “La correspondencia Tocqueville- Gobineau”  ( las 82 cartas escritas entre 1843 y 1859) y, finalmente, “Las divergencias entre Tocqueville y Gobineau”, a la conclusión de que les separaba todo: sus concepciones religiosas, políticas, sociales e históricas de modo que la  lealtad, franqueza y respeto mutuo que se mostraron durante tanto tiempo únicamente cabría atribuirlas a los orígenes, modales y esmerada educación que compartían.

En el capítulo cuarto, “Argelia”, la autora llega al punto que, como señalamos más arriba, habría supuesto el cambio en la consideración de Tocqueville. Un punto al que se enfrenta comenzando por analizar, en el primer apartado del capítulo, “El contexto de la colonización de Argelia y las diferentes corrientes de opinión”, las diferentes posturas de sus contemporáneos sobre el colonialismo. En el segundo apartado, “Tocqueville y Argelia”, analiza la postura de Tocqueville al respecto examinando sus artículos, sus textos (tanto los publicados como los inéditos), sus rapports, sus discursos y su correspondencia. Un análisis que, en los cuatro subapartados que componen este apartado: “La grande affaire d’Afrique”, “La ilusión de la fusión de razas: las Lettres sur l’Algerie”,  “El primer viaje a Argelia: El “Travail sur l’Algérie” y “El segundo viaje a Argelia: los Rapports sur l’Algérie,  le lleva a constatar cómo su confianza en una fusión de árabes y franceses, -fruto de su inicial creencia en la presunta “misión civilizadora” que se seguiría de la preeminencia de la cultura occidental y del consiguiente  deber de los pueblos desarrollados de ayudar a los más atrasados, de sacarles de su postración económica y cultural y de conducirlos a la libertad-, se fue desvaneciendo hasta llegar a su apoyo a la colonización y la guerra de Argelia  y sobre todo, a diferencia de lo que ocurrió a propósito del exterminio de los indios en EEUU y la esclavitud, que vimos más arriba, a no denunciar lo que la guerra supuso: quema de cosecha, razias contra la población civil y las tristemente célebres  enfumades.

El capítulo quinto y último, “La relación entre su liberalismo y su colonialismo, una cuestión espinosa”, es, con mucho, el más largo del libro y versa sobre más temas de los que se enuncian en su título. Y en efecto, además de tratar de “su” liberalismo en el primer apartado, “Tocqueville, ¿un liberal contradictorio? Críticos y defensores”, y el de su colonialismo en el tercero, “¿Tocqueville, colonialista?”, subdividido en seis subapartados, trata asimismo de su nacionalismo, en el apartado segundo “¿Prioridad del nacionalismo? La cuestión de Oriente y el desencuentro con John Stuart Mill” y de “su” imperialismo, en el apartado cuarto “¿Viraje “proimperialista” del liberalismo del siglo XIX”. Todo ello con una profundidad y manejo de fuentes que hacen imposible su análisis siquiera somero en los estrechos límites de una reseña.

Ahora bien y por escaso que sea el espacio del que disponemos, resulta obligado referirse siquiera sea sucintamente a las conclusiones a las que llega la profesora Villaverde y que, como se sigue de lo anterior, serían las de que Tocqueville, por una parte y sin duda, fue un nacionalista, un colonialista y un imperialista, si bien hay que entender tales términos en el sentido que tenían en su época y no en la nuestra. Por otra, la que de no fue, en absoluto, racista como lo demuestra el análisis de su correspondencia con Gobineau.

En suma, un libro imprescindible para entender el cambio de consideración que ha sufrido uno de los clásicos de la filosofía política: Alexis de Tocqueville y que, ciertamente, deja al lector con la esperanza de que, en libros sucesivos, la profesora Villaverde trate con el mismo rigor y profundidad a otros autores liberales e, incluso, a todo el liberalismo, aclarando, de paso, su lado oscuro.


CITA BIBLIOGRÁFICA: A. de Prada García, «Tocqueville y el lado oscuro del liberalismo», Recensión, vol. 10 (julio-diciembre 2023) [Enlace: https://revistarecension.com/2023/07/31/tocqueville-y-el-lado-oscuro-del-liberalismo/ ]