DEFICIENCIA DE LA HISTORIOGRAFÍA FILOSÓFICA: LA ESCUELA DE SALAMANCA

Las Escuelas de Salamanca y Universalista (Núm. monográfico)
Vol. 3 / enero 2020 – INDICE

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ARTÍCULO / INVESTIGACIÓN. Autor: Pedro Aullón de Haro

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1. UN PROBLEMA PRE-EPISTEMOLÓGICO

Existen ciertamente muchas clases de deficiencias, al igual que de falacias, pero como era de esperar aquéllas nunca han sido catalogadas en el ámbito intelectual por el simple motivo de no definir de principio una dificultad de base lógica. Comenzaré por decir que a veces existe no un problema nítidamente especificable sino una cuestión de carácter, circunstancias y sus envolturas, además históricamente estratificadas, y que también existe, ya más de consecuencia lógica determinable y por ello aproximable a tipo de falacia, el falso problema, o el en parte falso problema. El problema suscitado a partir de una objetividad reconocible como falso problema, puede naturalmente acceder a hito de significación. En tal caso conviene empezar por preguntarse si se trata de un a priori intelectual. El caso del a priori intelectual, o cultural localiza a mi juicio una de las mayores carencias de la filosofía o el pensamiento crítico contemporáneo, quizás la mayor carencia determinable junto a la ausencia de confrontación occidental con la sabiduría asiática resultado de una irrefrenable deriva sociologista que todo lo ciega[1].

…..El pensamiento español presenta tanto un carácter como una circunstancia histórica y de recepción evidentemente singulares en el marco correspondiente de los grandes países europeos. Esto ya viene condicionado por la mayor antigüedad de la nación y por la gesta de América, aun con sus errores, altamente constructiva y no depredadora. Ahora bien, cabe preguntarse, como primera precaución intelectual, si esta singularidad requiere especial singularización respecto de otras, pues quizás cupiera replantearse el problema a la inversa sin ninguna dificultad teórica. Dicho esto, es de notar que las dificultades reconocibles en el estudio del pensamiento español, en la consideración de su entidad y sus orientaciones, han sido establecidas respecto de (a) la propia determinación del ‘concepto disciplinar’ desde el cual el estudioso ha de actuar ante su objeto. Esto es, se ha convenido en la existencia de una cuestión previa o de presupuesto metodológico, por así decir, que atañe a la naturaleza y al tratamiento del objeto mismo y, por ello, a su recepción más inmediata, aunque también y sobremanera a su recepción más historizada o cronológicamente desenvuelta en el largo plazo. Pero por otra parte, en segundo lugar, (b) respecto de si en mayor o menor conexión con lo anterior, existe un aspecto de disfunción resultado de un ‘a priori’, ya podemos señalarlo así, que se cierne sobre la consideración del pensamiento español, o hispánico[2]. Se trata en realidad de una suerte de “ideologización” detectable sin dificultad, como puede comprobarse y comprobaremos, quizás con gran permanencia adherida[3]. Es de subrayar que se trata de detecciones en buena parte generalizables y que afectan a la Escuela de Salamanca, es decir el núcleo más sólido y extenso del pensamiento español e hispánico, lo cual significa que intervenido el núcleo las membranas adyacentes quedan de inmediato desactivadas por desfocalización posible salvo excentricidad, que también existe, claro es, y aleatoriamente puede tener lugar en uno u otro momento, aquí o allá.

Universidad Salamanca

…..Es de reconocer que la Escuela de Salamanca describe un despliegue de ejecuciones en cierto modo extremas, sobre todo en lo que se refiere a dimensiones, es decir extensión de lugar y tiempo e intensidad. Pero no deja de ser cierto que tanto las posiciones como las formaciones extremas son aquellas que acaso mayormente facilitan la dilucidación de un problema, y de un falso o semifalso problema. Pero vayamos por partes a fin de avanzar hacia una comprensión más contextualizada y precisa del caso.

…..Es suficiente inicialmente tanto para el primero como el segundo de los dos aspectos arriba delimitados avanzar algunas cuestiones de mera evidencia, por ejemplo y a saber: (a) es erróneo afirmar, sobre todo dado el estado actual de las investigaciones, que no existe la Ilustración española o hispánica por el hecho de que ésta no fuera característicamente política y atea; (b) el sistematismo filosófico contemporáneo ha sido germano, al igual que en el siglo XVI lo fue español y el alemán no existía; (c) la Ilustración empirista inglesa en su mayor parte no es sistemática, y podemos recordar textos casi insustanciales de Hume, junto a otro muy perspicaces. No insistiré con más ejemplificaciones a la inglesa, pero todo parece indicar la existencia de una escenografía tanto de simetrías como de relevos y singularidades sucesivas europeas, siendo erróneo creer que desde un lugar determinado sea posible la pretensión de imponer un criterio sobre los restantes, o creer que para que exista una posición ha de dejar de existir la otra o las otras. Aplíquese para las predeterminaciones impuestas desde Centroeuropa la “gnoseología” de Adorno. Es preciso comprender la posibilidad de las complementariedades y la sucesión, no la imposición de una lógica de exclusiones por diferencia, pues las diferencias son sucesivas, multilaterales y naturalmente alternas. Es evidente que esta problemática ha conducido a una notoria anomalía o deficiencia de las interpretaciones, por ejemplo respecto de la Ilustración. Es sabido y aceptado, hasta cierto punto al menos, y en lo sucesivo habrá de tomar cuerpo definitivo por necesidad, que el pensamiento español, o hispánico, no es sometible, o no lo es rentable y eficientemente, a una discriminación histórica como dominante filosofía de sistema. Pero ¿en qué diferencia esto sustancialmente el pensamiento español del francés? ¿Se trata de confrontar a Suárez con Descartes? Puede volverse al vislumbramiento de que todo parece indicar que se trata, al menos en parte, de un falso problema.

Adorno

Adorno

…..Con todo, lo referido en nada entorpece, pues además se trata de planteamiento con resultados rentables conceptual e historiográficamente en el largo plazo. De ahí la plausible pertinencia, según a veces se ha argüido, de situar el objeto precisamente mediante el concepto de “pensamiento”, a fin de evitar la restricción frecuente aplicable a una “filosofía” en tanto que su especificidad técnica presupone la capacidad de “sistema”, sea esto explícito o no o tenga una variabilidad histórica u otra. Pero este problema bajo diferente cronología y caracteres es referible en una u otra medida a todas las épocas de la producción intelectual europea. Pero sucede que tal determinación suele tomarse sobre un cierto momento de diferencia, o incluso a partir de una falsa por principio generalización, siendo además elevada ésta a categoría permanente. He aquí el error, la razón de las distinciones otorgadas en general, y no como aspecto, ya circunstancial o ya de cierto carácter, a propósito del mundo hispánico: es el frecuente par antitético, o complementario, ensayo/sistema[4], que precisamente Adorno destruyó para el pensamiento contemporáneo, subrayadamente alemán, en 1958 (Der Esssay als Form).

…..La tensión entre formas extremas, doblegada por Adorno, cupiera pensar que en nuestro tiempo ya ha cedido, pero la fuerza de la herencia la sostiene y su tradición hoy por hoy subsiste puesto que refiere un pasado historiográfico conocido al tiempo que se autovalida a falta de otras ejecuciones descollantes y la no anulación de estereotipos incansablemente difundidos. Digámoslo ya cuanto antes, tan sólo mediante la Escuela de Salamanca queda invalidada toda la gama de estereotipos de un ideologismo que funciona como a priori intelectual, que en realidad se justifica en la solidaria supresión, o malversación, de las entidades y contenidos correspondientes dentro de la historiografía. Naturalmente en esto juega tanto el dirigismo y sus iniciativas como la mera inercia que éstos provocan. El error es no detectar y denunciar el problema.

…..La fuerza de la dualidad ensayo/sistema no enfrenta meramente dos entidades reconocibles por sí, pues el primer elemento, y éste es uno de los aspectos importantes para el caso, ha de dar cobertura a obras que debemos tomar por ‘ensayísticas’ pero en modo alguno como ensayos, y en otras realizaciones la determinación de género necesariamente habrá de extenderse, hasta alcanzar, por ejemplo, incluso la novela[5]. El género del “diálogo” no debiera ofrecer dificultad, ni omisión, en virtud de su irrenunciable fundamento platónico, pero tampoco las modalidades del discurso místico y contemplativo y algunas otras[6]. Todo parece inducir a pensar que la necesidad de situar el concepto de “pensamiento”, en sus dimensiones tanto teórica como histórica, es conveniente mas no propiamente resolutivo. En cualquier caso será útil estabilizar el concepto de ‘pensamiento filosófico’ en tanto responde a una serie tanto de procedimientos como de tematismos comunes a cierta gama del pensar que oscila entre la Sabiduría y la Meditación, entre la Tratadística y el Ensayo, entre la filosofía sistemática, la monografía conceptual y… los géneros paremiológicos… En lo que sigue se comprobará notablemente la insuficiencia antedicha.

…..Advertido esto, obsérvese que si el referido doble paradigma sólo se diría especificable en todas sus dimensiones y en el largo plazo tomando como ejemplo el despliegue de una autosuficiencia sistemática/asistemática como la germana moderna, al margen de fenómenos muy individualistas tal el que señala el encumbrado Montaigne, más de perspectiva que sustancial, el hecho es que en la Escuela de Salamanca, según ha quedado indicado, cabe encontrar un correlato más que notable que impide en extremo plantear el problema y su radical interiorización por la historiografía y la crítica hispánicas, hasta el punto de poder ratificar que se trata de un falso problema, que simplemente las épocas discurren con sus propias tendencias y caracterizaciones. Desde luego, basta con tener presente a Suárez, Vitoria, Báñez, Molina y su entorno. O en tiempos recientes, aunque a diferente escala, Zubiri.

Disputaciones metafísicas Suárez

…..La Escuela de Salamanca conjuga la gran gama de géneros filosóficos, en lenguas romance y latina, desde la erudita Visión deleitable (1485 –escrita 1454) de Alfonso de la Torre, el De potestate civili (1529) de Francisco de Vitoria, o el Diálogo de la dignidad del hombre (1546 –escrito c.1530) de Fernán Pérez de Oliva, al fuerte tratadismo latino suarista del De Legibus y las Disputationes Metaphysicae (1597) formadas al modo de sistema, aun en el curso de una apertura escolástica de tendencia humanística y de leguaje versátil. Mientras, Vitoria forjaba la mayor renovación jurídica internacional moderna mediante la categorización de nuevas ideaciones del pensamiento sociopolítico.

De Legibus

…..Recordaré de nuevo a Adorno, quien no sólo había negado la función del aristotelismo del sistema, su centro y exterior, su antes y después…, sino que sobre todo había trazado con posterioridad a Lukács la más profunda reflexión en torno al género Ensayo, arguyendo que el pensamiento tiene su profundidad justamente en la profundidad con que penetra la cosa, no en la capacidad de transformar ésta en otra[7]. Adorno se encuentra en una posición de filosofía social frankfurtiana y, por así decir, de evolucionado hegelismo que le permite efectuar la más radical crítica del academicismo filosófico alemán e implícitamente, desde la propia teoría del Ensayo, ofrecerse como paradigma del profundo pensar sin sistema, sin aparato y en reducida extensión. Con otras palabras, dar muchísimo más con mucho menos. De ahí la virtualidad del Ensayo. Pero tampoco se olvide que mediante esa crítica Adorno recontinúa en cierto modo una tradición nietzscheana, o radicalizada, sino también, y en este sentido es parte de la misma y fundamental línea del pensamiento moderno germano, una tradición originada en el núcleo de la obra teórica de Friedrich Schiller[8]. Explicado esto, pues, cabe preguntar qué sentido tiene, más allá de la necesaria y lícita cuestión del género Ensayo, que a todas las lenguas desarrolladas atañe, el permanente replanteamiento del problema filosófico hispánico a propósito de la filosofía de sistema y demás. Aun así, maticemos un poco más.

Lezama Lima

Lezama Lima

…..La ’filosofía moderna’, o por mejor decir el ‘pensamiento filosófico’ moderno, mal podrá definir, tras Nietzsche y el segundo Heidegger una forma propia de filosofía identificable o naturalmente articulable en continuidad formal con la de la filosofía de sistema, que si fue impecable en la tríada dialéctica de las Críticas kantianas, de hecho en el curso hegeliano accede a un magma de sucesiones dialécticas en las cuales los principios del lenguaje como propio medio de realización al tiempo que objeto de pensamiento, y al par que la Historia como marco del conjunto es objeto del propio sistema y sus objetos, desborda la objetivante proposición inicial de sistema. Esa continuidad, si bien se mira, sólo cabría ser reclamada por ciertas modalidades del neopositivismo y de la llamada ‘filosofía analítica’[9]. Es en la tradición alemana moderna donde plenamente es posible encontrar, según ya se ha podido advertir y subrayadamente, lo que cabría llamar a este propósito el ‘doble paradigma’, como forma sucesiva, como continuidad en lo discontinuo. En realidad, la cuestión de la ‘filosofía de sistema’ sólo puede reconducirse nítidamente hacia la linealidad racionalista, o del racionalismo de raigambre aristotélica, hasta su último gran momento cartesiano, desbordado en la evolución del barroco[10], o bien hacia el racionalismo de mayor tradición escolástica así como el tratadismo teológico. La realidad es más complicada que la esquematización enunciada, pero ésta será eficaz para dirimir las dificultades formales del problema que nos trae. Con todo, no quiero dejar de recordar un caso hispánico de la segunda mitad del siglo XX, excepcional pero neobarroco por antonomasia, como es el de José Lezama Lima, tenido por poeta o autor artístico cuando de hecho proporciona entre sus obras realizaciones de fortísimo sistematismo interno mediante aparente forma de ensayo[11], o la ejecución de un potentísimo tratado erudito de gran base metateórica, La Expresión Americana[12], curiosamente desapercibido, todo ello al margen del mundo académico. Es de reconocer, y siguiendo en esto la estela crítica de Schiller-Adorno, que uno de los peores caminos o consejeros a fin de examinar correctamente este asunto es el que consiste en recurrir a un orden disciplinar que no es sino el de la organización o administración académica de las disciplinas intensamente estratificado durante el siglo XX, o lo que es lo mismo, el gremialismo académico, pues en no escasa medida éste es el creador del problema como falso problema. La única cuestión pudiera resumirse en buena medida en lo siguiente: 1) Salamanca reposa en los siglos XVI-XVII, mientras el Idealismo alemán lo hace en el XIX y sus aledaños; 2) el pensamiento literario y no sistemático español es, por principio, mucho más antiguo e importante que el germano, hasta el siglo XIX.

…..Sea como fuere, y volviendo de nuevo a apurar la clave inobjetable que proporciona Adorno: si éste conducía el pensamiento a crítica, la crítica ensayística por excelencia del Ensayo como crítica de las formaciones culturales, y no por sí del pensamiento, Lukács por su parte mantenía la asociación de la crítica como arte al tiempo que ponderaba la grandeza de la idea. Visto así, en este punto lo que a mi juicio se hace necesario es la especificación del género de la Historia de las Ideas o, por mejor decir, de la Historia y teoría de las Ideas. Y si ésta no es de virtualidad privativa para el caso español e hispánico, sí que ofrece precisamente a éste, a diferencia de la filosofía como sistema, una posibilidad nunca desacorde con la manifestación más estable de sus formas. No es de extrañar, pues, el hecho de que la Historia de las Ideas sea género acabadamente de creación española (Menéndez Pelayo) y arraigado en las tradiciones inglesa e italiana[13]. La complementariedad de Historia del Pensamiento e Historia de las Ideas es una evidencia y en extremo pertinente en lo que se refiere al caso español e hispánico, o al italiano. A fin de mostrar la potente eficiencia de la Historia de las Ideas a propósito de la Escuela de Salamanca bastaría con atender a la posibilidad de sus consecuciones en los campos muy distintivos salmanticenses de las ideas teológicas[14], de las ideas morales, las ideas políticas, las ideas jurídicas, las ideas económicas…, a su vez nítidamente imbricados. Estas posibilidades, por así decir especiales, apenas han sido roturadas, como por otra parte en escasa medida las más generales y, todo sea dicho, la asunción de sistema. Es decir, y según veremos más adelante, se hace necesario interrogarse acerca de qué anomalía conduce al subterfugio ante la Escuela de Salamanca, y preguntarse acerca del ‘ideologismo’, pero también acerca de la curiosa y extraña necesidad historiográfica europea de hacer desaparecer, o poco menos, la Escuela de Salamanca. Más adelante expondremos los datos.

…..Ahora nótese que mientras la Historia de las Ideas permite la asunción de campos disciplinares, entre los que han sido preferentes la Estética y la Política, así como a ideas de la más diversa naturaleza, argumentos o creencias, la Historia del Pensamiento asume por principio la asunción completa de campos y no la autonomía del curso de la idea como cápsula. Acaso la variable del objeto ‘pensamiento español’ en tanto que entidad histórica respecto de la propia posición histórica desde la cual el analista se pronuncia, resida en su posible conexión con las formulaciones del ‘a priori’ cultural ideologizado, justamente en la posible articulación del primero (a) de los aspectos referidos con el segundo (b). Incluso obsérvese que existen propuestas de fuerte minimización, bien conocidas desde el siglo XVIII, del pensamiento español.

…..La Escuela de Salamanca describe una corriente de pensamiento con poderosas argumentaciones, tematizaciones de primer orden teórico y práctico y ello durante generaciones sucesivas, con precedentes y consecuentes. Su frecuente minimización en general será difícil de explicar al margen de una ideologización directa o por omisión habilitada gracias a un sectarismo intelectual que suprime toda posibilidad de articulación de los más diversos géneros del pensamiento, incluidos desde luego los de mayor potencia sistemática y transcendencia histórica e internacionalista, y en consecuencia conduce a la anulación indiscriminada de todas las partes de un todo. Es, pues, un ideologismo, ya difuso o de omisión, ya operativo, por lo común y cuando menos ajeno a toda posibilidad de reconocimiento del contrario y destinado, según la evidencia de los hechos, a la laminación o postergación. ¿Y qué se posterga? ¿una o toda entidad católica hispánica de pensamiento, que sería el rasgo base de exclusión? A este propósito el resto lo decidió la autodisposición disgregadora ante las diferentes entidades determinables, cosa decisiva por lo demás, según lo ya advertido, en caso de un cuerpo de pensamiento como el español (a). Acaso pudiera servir de cierta disculpa, que no justificación de la inacción, la perentoriedad y vicisitudes de la propia marcha del pensamiento hispánico, un instinto de reorientación y supervivencia que dificultaba el reconocimiento en, o de, una tradición propia: es el ejemplo de la escuela o la órbita de Ortega, o de otro lado también de Unamuno, que si por reacción negaban vinculaciones con un pasado inmediato o próximo, aparentemente de forma más inexplicable desatendían otro pasado que permanecía a la espera de mayor objetivación. Del primer caso es muestra la que denominamos Escuela Universalista Española, o hispánica, del siglo XVIII, una cuantiosa, singular y transterrada Ilustración cristiana, científica y no política; del segundo, por supuesto, la Escuela de Salamanca. Con todo, no cabe olvidar que el reconocimiento y la misión reconstructiva última corresponden a, queda en manos de la crítica y la historiografía especiales, es decir la Historia del pensamiento y las ideas, y la Historia de la filosofía, que por lo común se ha mostrado de todo punto incapaz y durante la segunda mitad del siglo XX ha renunciado a varios, como indiqué, de sus cometidos indeclinables en favor del sociologismo y la depauperación humanística, quizás preparatoria de una cultura poshumanista y de la posverdad.

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2. CRÍTICA DEL ‘IDEOLOGISMO’

En torno a mediados del siglo XX, desde 1946 (Copleston), se inició la publicación de una serie de obras extensas relativas a historia de la filosofía y del pensamiento y las ideas que hubo de alcanzar muy notable difusión. Cuatro de ellas, europeas, pertenecen o se definen desde su título como Historias de la Filosofía, que después examinaremos, pues existen otras en el marco de la historiografía general del pensamiento producidas dentro y fuera del ámbito hispánico durante la segunda mitad del siglo XX, realizaciones prominentes y heteróclitas, sin duda complementarias en varios sentidos, cuya discriminación aquí es necesaria a fin de especificar y poder superar cierto oscurecimiento histórico y disciplinar de los hechos.

Schumpeter

Schumpeter

…..En general se trata de reconstrucciones históricas en algunos casos, sólo algunos y en distinto grado, asimilables, como se verá, a la Historia de las Ideas. Sean de subrayar en primer término dos obras no generales sino por concepto, en sentido hegeliano, no Historias de la Filosofía en general. El caso más excepcional, o excéntrico, es el de la póstuma Historia del Análisis Económico (1954) de Joseph Schumpeter. La obra de Schumpeter, como es sabido, fue decisiva tanto por su agudeza teórica como por su envergadura disciplinar e innovadora, pero es más, es obra singularísima de todo punto por ser la única capaz de manera eficiente e incontestable de situar el pensamiento de los maestros de Salamanca en una posición de fundamento respecto de la materia de que se ocupa, en este caso la teoría económica o la historia de las ideas económicas. El examen del conjunto de las producciones historiográficas permitirá realmente situar en su justo lugar la extraordinaria libertad de pensamiento y el antiideologismo de Schumpeter.

…..Hay dos difundidísimas obras que llegan a término a comienzos de los años 90 del pasado siglo, si bien la española a que primeramente nos referiremos se inicia a finales de los 70, mediante el término sopesado de “pensamiento”, mientras que la segunda lo había hecho casi un cuarto de siglo antes, en 1955, y con un concepto especializado de “crítica”. Es más que conveniente examinar ambos casos, inequívocamente ajenos al formulismo de Historia de la Filosofía. En nuestro idioma y tomando por objeto el pensamiento español en completo sentido, la Historia crítica del Pensamiento Español de José Luis Abellán delineó por primera vez la totalidad histórica de la materia, aunque ello a costa de actuar a veces mediante procedimientos más propios del compendio, no siempre explicitado como técnica, que de la formulación crítica. De esta obra de Abellán se ha podido decir más de una vez que acaso ha estropeado la posibilidad de realizar ese proyecto plenamente como es debido: pero el hecho es que hasta ese momento y con posterioridad hasta hoy no ha tenido lugar otra ocasión de tales dimensiones. Con todo, es de recordar, naturalmente, la posterior, mucho más técnica, breve y mejor fundada Pensamiento filosófico español, en dos volúmenes, dirigida por Manuel Maceiras (Madrid, Síntesis, 2002), cuya primera parte se subtitula De Séneca a Suárez y concluye con dos extensos capítulos sobre el siglo XVI y Suárez (“Francisco Suárez: metafísica y libertad en la polémica De auxiliis”, 267-335).

…..En el caso de la obra de Abellán es de creer que la inconmensurabilidad del objeto, si bien permitió un acceso inédito a la completud de los cursos del pensamiento y sostenidos éstos mediante una determinación por lo común bien formada y que supera por principio toda limitación impuesta por la ‘filosofía como sistema’, condujo por otro lado a resoluciones poco eficientes. Esto último atañe en cierta medida a la Escuela de Salamanca, pero sobre todo a la incapacidad de vislumbramiento de la Escuela Universalista o la incardinación argumentada de alguna de sus grandes autores u obras. Pero si respecto de Salamanca es patente por parte del autor un intento benemérito, la inercia le conduce sin embargo en un caso clave para su objeto como lo es el de la Historia de las Ideas a no detenerse en análisis alguno de los elementos concurrentes, y a anteponer la primacía norteamericana del programa, por otra parte discutible, de Lovejoy, a la creación disciplinar potentísima de ese género intelectual por Menéndez Pelayo en el siglo XIX, gracias a su imponderable Historia de las Ideas estéticas [15].

…..En lengua inglesa pero fruto de un emigrado checo a Norteamérica, René Wellek, en entente con Roman Jakobson, se llevó a término la igualmente extensa A History of Modern Criticism 1750-1950. La obra, por razones obvias cronológicas de su objeto no atinente a la Escuela de Salamanca, y que he sometido a crítica en varias ocasiones[16], y de la cual existe traducción española, constituye el ejemplo más extremado y premeditado de intento de supresión íntegra no sólo de los autores de la que denominamos Escuela Universalista Española sino enteramente del pensamiento hispánico, notablemente rico de nuevo en la primera mitad del siglo XX; operación que lleva a cabo Wellek postergando finalmente la materia hispánica a un último lugar subsidiario hasta casi negar de hecho la propia existencia del objeto. Es decir, estamos ante una intervención planificada, llevada plenamente a término y de la que cabe reconstruir los pasos de su itinerario. No voy a reiterar aquí la importancia y gravedad del caso y los pormenores un tanto intrincados del mismo para el lector no familiarizado en el ámbito de la Crítica o la Estética y su letra pequeña, pero será necesario advertir, primero, que la Historia universal de las letras y las ciencias de Juan Andrés quedó incardinada en la historiografía inglesa por obra de su principal autor, Henry Hallam, como ha demostrado Davide Mombelli, lo cual Wellek se propuso cegar y, al menos hasta fecha reciente, puede decirse que lo ha logrado[17]; segundo, que se trata de una prolongada e insólita malversación intelectual, ante la cual sin embargo no se ha producido ni respuesta inmediata ni el contundente análisis a posteriori debido; y tercero, cómo únicamente la preexistencia de un cierto estado previo de cosas, de decadencia y caída de autoestima e incluso de circunstancia histórico-política es de suponer que haya permitido con ciertos visos de verosimilitud o de aspiración a ésta un intento agresivo de tamañas proporciones. La cuestión notable es cómo una historia del pensamiento crítico literario, se permite dar el paso definitivo de hacer desaparecer de escena la creación de la Historia universal de la literatura y el proceso comparatista que esto presupone, proceso que actualmente se encuentra ya por completo perfilado mediante la denominación de Escuela Universalista Española.

…..Pero hay mucho más y ahora baste con un botón grueso. Al abordar Wellek el pensamiento barroco, es decir clásico anterior a la Ilustración, desecha a Gracián, acaso su principal teórico, y a Eugenio D’Ors, uno de sus mayores críticos del siglo XX. En fin, la History de Wellek se erige, respecto del pensamiento español que nos ocupa, en modelo insuperable, total de ideologización de un ‘a priori’ que accede a ‘ideologismo’, hasta un extremo que diríase sobrepasa las posibilidades de la interpretación ideológica y acaso induce a indagar en campos como el psicopatológico o psicoantropológico. Era necesario aquí dar cuenta del caso.

…..En lo que se refiere estrictamente a Historias de la Filosofía de la aproximada segunda mitad del siglo XX, conviene nos refiramos principalmente, siguiendo la cronología, a las obras extensas de Copleston (muy prolongada en el tiempo) y de Abbagnano, ambas de autoría individual, y de otra parte las francesas elaboradas en equipo dirigidas por François Châtelet e Yvon Belaval, iniciadas y concluidas a comienzos de los 70. Todas ellas fueron traducidas al español. De hecho, la lengua española es aquella europea que disfruta del patrimonio contemporáneo más receptivo y tarductográficamente entrecruzado.

copleston

Frederick Copleston

…..Aun anterior a la prolongada Historia de la Filosofía de Copleston (1946-1974) es la española de Julián Marías (1941), de autoría también individual pero más breve (dos volúmenes), característicamente ponderada y muy reeditada en su lengua de origen. El londinense Frederick Copleston, jesuita, formado teológicamente en el tomismo, serio conocedor de la lengua latina y estudioso de los textos, es evidente que ha leído muy bien, a radical diferencia de Abbagnano, cuando menos a Francisco Suárez. Su obra es resultado de la marcha de la dedicación académica de un profesor curso a curso durante cuatro décadas. El volumen tercero de la edición española (Barcelona, Ariel) ofrece el riguroso subtítulo de doble término: “De Occam a Suárez”, donde ofrece a propósito de este último una suerte de monografía sobre la teoría de la Ley.

…..Frente a la mesura y rigor reflexivo y monografista de Copleston, se yergue la fuerte especialización manualista del ‘ideologismo’ por omisión selectiva y unilateral de Nicola Abbagnano. Este alcanza a mediados del siglo XX a laminar en su Historia de la Filosofía, acaso y paradójicamente la más difundida en lengua española, tanto la Escuela de Salamanca como en general el pensamiento español en su mayor parte[18]. Es muy importante en esta obra la omisión del término Escuela de Salamanca por cuanto está poblada de múltiples determinaciones bajo la denominación de ‘Escuela’. Abbagnano, que apenas alcanza a nombrar a Luis Vives, en un epígrafe dedicado a la Contrarreforma, tras Belarmino, se aplica a una ligerísima interpretación de la obra de Francisco Suárez como restauración y síntesis o gran manual del tomismo, con resultado de que su teoría política y de la Ley no sería más que una defensa del poder eclesiástico; en lo que sigue, entiende que Molina finalmente no responde sino a resoluciones tomistas a propósito del libre albedrío y, en último lugar, atiende a Gracián, cuya importancia y difusión restringe a haber ofrecido un cuadro libre de prejuicios encaminado al logro del éxito por parte del hombre contrarreformista[19]. Abbagnano, muy escueto en estos casos, parece desenvolverse a veces en una actitud casi frívola.

…..François Châtelet, por su parte, que incorpora subtitulo a su Historia de la Filosofía. Ideas y Doctrinas[20], se sumó con posterioridad al espacio románico dominado por Abbagnano mediante una obra tan extensa como la italiana pero elaborada en equipo. La obra de Châtelet actúa por omisión limitándose a mencionar en el volumen segundo en dos ocasiones a Suárez (en relación a Descartes, p. 85; en relación a Hobbes, p. 123). Pero acaso lo más interesante consiste en que su Prefacio expone lo siguiente:

¿Qué hacer con aquella representación del mundo, limitada a Europa, cuando los fuertes vientos del océano llevan los navíos hacia las Indias Orientales, hacia América, y Magallanes penetra en el Pacifico por el Este? ¿Qué hacer con aquel cosmos, heredado de Aristóteles, que separa lo supralunar de lo sublunar, que confina la Tierra en el centro de las esferas finitas que giran unas sobre otras, cuando la antigua hipótesis de Aristarco de Samos se ve renovada por los cálculos y las observaciones de Copérnico y de Kepler? No hará falta más para suscitar los grandes ensueños que le valieron a Giordano Bruno acabar sus días en la hoguera.

¿Qué hacer con aquel razonamiento acerca de la naturaleza que la escolástica había tomado del aristotelismo, cuando el perfeccionamiento del instrumento matemático y una reflexión rigurosa sobre los datos de la experiencia permiten la reconstrucción de un sistema de la naturaleza que, haciendo que los números y las figuras desciendan del cielo de las Ideas a esta Tierra, asegura una mayor inteligibilidad, descubre la causa como razón y permite unificar el conjunto de lo visible desde los astros a la morada terrestre, bajo leyes únicas? (p. 14).

…..Sin embargo, dicho esto, Châtelet se cuida de no dejar rastro alguno del pensamiento de Salamanca ni en general hispano. Ello a diferencia de Maurice de Gandillac (1973), autor del volumen dedicado al Renacimiento en la Historia de la Filosofía dirigida por Belaval, que actúa por ideologismo explícito, sin duda al amparo de un contexto que históricamente le preserva. Gandillac, de manera pareciera que desenfadada se permite un capítulo sexto titulado “Pepitas de un ‘siglo de oro’” y dividido en dos epígrafes, uno primero “Del genocidio al derecho de gentes”, que es en parte evidente transposición de la “leyenda negra”, y otro “De la ‘Suma de las criaturas’ al ‘Cántico espiritual’”: es decir de Las Casas a Vitoria, con comentarios sobre sobre Molina, Báñez, Mariana y Suárez, y de Sibiuda a San Juan, pasando por Vives, Huarte, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, todo ello muy peculiar, ideológica o rapsódicamente tratado. Es una concreción excepcional del ‘ideologismo’ de parte. Gandillac, que asume directamente la indesglosabilidad de Escuela de Salamanca y Siglo de Oro, desgraciadamente utiliza esa comprensión como medio denigratorio.

Francisco Suárez

Francisco Suárez

…..Encaminado el final del siglo XX, la Historia universal de la filosofía, de Hans Joachim Störig (vers. esp., Madrid, Tecnos, 1995), apenas nombra a Suárez, al igual que, más inesperadamente, Giovanni Reale en su volumen II, “Del Humanismo a Kant” (vers. esp., Barcelona, Herder, 2010). Pero siguiendo la tradición de Bertrand Russel, cuya Historia de la Filosofía es de reconocer más breve e individualista, menos sujeta a programa académico, Denis Huisman y André Vergez hacen caso omiso de Salamanca, como Gilbert Hottois, siguiendo esa fuerte inercia. La excepción a todos estos casos y algunos otros que ya no merece la pena referir, más o menos explicables, es la proporcionada por Garber y Ayers en una obra bien es cierto que de límites mucho más especializados por cronológicamente restringidos: The Cambridge History of Seventeenth Century Philosophy (Cambridge, 1998, 2 vols.), la cual ofrece sorprendentemente un tratamiento bien integrado de Suárez y hace, aun con gran brevedad, relación de Francsico Sánchez, Molina, Vitoria y Domingo Báñez[21].

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3. RELECTIO

Defensa de la Fe

Acaso la más singular caracterización genealógica del pensamiento español sea la que remite al mundo hispano-romano y al senequismo[22], pero la Escuela de Salamanca define sin duda su núcleo. Salamanca arraiga en la transformación del pensamiento medieval, pues su tomismo es renovador y no retardatario. El pensamiento español relevante perteneciente a los siglos medios, que no es el escolástico, sucede que no se integra al modo de sistema sino al estilo más característicamente humanístico. Se trate de Alonso de Cartagena o de El Tostado. Y, en buena parte al menos, esto es ya referible a Alfonso de la Torre, es decir a los albores de la Escuela de Salamanca, y se acrecienta en las obras de Pérez de Oliva. Pero por otra parte, el grueso salmanticense, sobre todo el tránsito de Vitoria a Suárez, y con ello quedan situadas las dos cabezas de régimen por lo común asumidas, y en lo que se refiere a este último, formalmente el más sólido de todos ellos, describe una formulación de tendencia sistemática, álgida en las Disputaciones Metafísicas, pero también y en sumo grado y muy diferente estilo en el caso de la tratadística de la Defensa de la fe, que me atrevería a definir en ciertas partes como anticipo ejemplar de una posible identificación, a mi juicio, hermenéutica fenomenográfica[23].

…..La Escuela de Salamanca ofrece una figura formal y técnicamente no problemática a la hora de ser afrontada por la historiografía y la filosofía académicas atentas al sistematismo como reconocimiento. Ello quiere decir que los salmanticenses como conjunto, trátese del literario Pérez de Oliva, de Vitoria o del Suárez más racionalistamente implacable, han sido comúnmente desalojados como un todo en la consideración europea en orden a aquel antedicho aspecto de disfunción resultado de un ‘a priori’ científico, cultural y operativamente excluyente. O lo que es lo mismo, han sido sometidos a una suerte de previa ‘ideologización’, aun implícita, según los casos.  Ello revela, naturalmente, la existencia de una dificultad cuya definición como problema es la de un falso problema, una suerte de subterfugio. Es lo que pienso debe denominarse ideologismo[24]. Y ello no quita que tal ideologismo, inicialmente conformado desde el mundo exterior al español o hispánico, no haya sido a su vez apreciablemente asimilado desde la propia cultura española o hispánica, según anteriormente se ha podido inferir.

…..La reconstrucción de la Escuela de Salamanca constituye, pues, una actuación imprescindible en puros términos de objetividad intelectual no superable. El continuo sometimiento de la misma a avatares ideológicos significa por demás una duplicada perversión intelectual por cuanto se trata de una entidad que encierra, por ejemplo, sustanciales contribuciones al concepto de soberanía democrática, al derecho internacional o al  reconocimiento del individuo humano por el hecho de ser tal, o del pensamiento económico…, argumentos de suplantación inconfesable por parte de las actuaciones ideologizadas, es decir, aspectos, entre otros, de filosofía práctica que permitirían patentar una visión universalista indispensable para Occidente y su concepto de humanidad.

…..En mayor grado, cuando menos específicamente, que Séneca y el senequismo, Isidoro de Sevilla o la llamada Escuela de Traductores de Toledo y otros lugares de gran relieve, la Escuela de Salamanca enlaza un primer rango del pensamiento europeo al tiempo que objeto sometido a oscurecimiento y postergación resultado de intromisiones no resueltas. Es cierto, el caso de esta Escuela viene de uno u otro modo permanentemente señalado por la cuestión de las Indias, el Imperio español católico universal y, evidentemente, todo el curso histórico que ello arrastra. De esta suerte crítica, de este “mal ideológico” conducido a subterfugio, se salvó ese magnífico momento de la literatura artística española, podría decirse que la otra cara de la Escuela de Salamanca, denominado Siglo de Oro, asumido ciertamente como fórmula compensatoria en virtud de la salvaguarda que ofrece esa especie de gratuidad de lo “artístico” que suele permitir la poesía o la literatura de ficción, e incluso mejor el arte plástico. Recuérdese cómo cosa semejante permitió en la Alemania contemporánea enviar a Friedrich Schiller al limbo olímpico de los poetas y silenciar o repudiar sus obras teóricas por parte del progresismo marxista como propias de un pensador nada menos que depravado.

…..El hecho es que la historiografía, medida del estado de cosas, ha optado demasiado frecuentemente por una omisión cuya consecuencia es insostenible y conduce a la inmersión en la ambigüedad ética. La lamentable deformación e incluso abandono, evidentemente favorecidos por fuertes deficiencias españolas acerca de aspectos clave de la alta cultura hispánica, exige resolución, por cuanto representa el paradigma mejor trazado de una dejación de largo alcance hasta ahora no debidamente afrontada. Bien es cierto que existen otros ejemplos de deficiencia, pero no parangonables, pues el Universalista con anterioridad referido es fenómeno muy posterior y disciplinar, e históricamente más intrincado. El ideologismo como irracional enturbiamiento facilitado por la pervivencia acomodaticia de una “leyenda negra» arrojada al fin contra el conjunto de la cultura hispánica no es fundamentalmente más que reflejo de una serie histórica de intereses inconfesables y acaso algunos graves problemas de conciencia encubiertos y relativos a algo que es preciso reconocer en la justa medida en que ciertamente responde a la verdad de los hechos, aun con todos los reparos y excepciones que se quiera: la colonización y el imperialismo español constituyen el ejemplo mundial más logrado, probablemente el único, de intervención de gran alcance en ausencia de resultados genocidas sino de cultura constructiva al amparo del mestizaje. Basta con examinar y aplicar el juicio sobre las fuentes historiográficas no ideologizadas. Diré una vez más que es preciso reescribir la Historia del pensamiento moderno, y ello en una época de sociologismo indiscriminado y estando en marcha un proceso de globalización sin más concepto que las derivaciones de la inercia del mercado y la comunicación electrónica. Es necesario recuperar la actitud, reapropiarse de los criterios de valor y, por qué no, recuperar entidades simbólicas universales como aquella que representa el Inca Garcilaso.

Inca Garcilaso

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NOTAS

[1] He examinado recientemente esta problemática en Teoría del Ensayo y de los Géneros Ensayísticos, Madrid, Ediciones Complutense, 2019, pp. 25 ss.

[2] El concepto de ‘pensamiento’ como denominación resolutiva para el caso de determinación del objeto, de delimitación de su carácter, será examinado en lo que sigue. Ahora es de notar que en cierta medida cuando menos, ese concepto de ‘pensamiento’, utilizado a fin de superar las limitaciones que imponen los criterios de la ‘filosofía de sistema’, es referible en nuestro argumento al pensamiento hispánico en general, y toda vez que en un ejemplo importante como el de la Escuela de Salamanca ese pensamiento va referido a América, mientras en sentido inverso, trátese, valga de muestra, del Inca Garcilaso o de Alfonso Reyes, conduce de América a España. Precisamente el concepto de ‘pensamiento’ como resolución para el caso de determinación del objeto, ha sido elaborado sobre todo por pensadores españoles del siglo XX, así José Gaos, exiliados en México.

[3] Entiendo por “ideologización” la instrumentalización no ya interesada sino sesgada o tendenciosa del conocimiento, de un pensamiento, un problema o un esquema ideológico, o la perniciosa utilización de estereotipos.

[4] Es el caso escritos tempranos de Julián Marías (Ensayos de Teoría) o de Eduardo Nicol en El problema de la filosofía hispánica (Madrid, Tecnos, 1961).

[5] Esta prosecución, y el caso anterior, ya está presente en El Criticón. No me refiero ahora a la llamada ‘filosofía narrativa’. El tomar una novela como interrogante ensayístico hace pensar en Musil; pero tómese Unamuno como ejemplar, pues ofrece una obra diseminada que se distingue filosóficamente en la peculiaridad de su conjunto. Me he referido extensamente a estos problemas en Teoría del Ensayo y de los Géneros Ensayísticos (Madrid, Ediciones Complutense, 2019).

[6] Así lo reconoció el joven Lukács en su breve e importantísimo Sobre la esencia y forma del Ensayo, ed. de P. Aullón de Haro, Madrid, Sequitur, 2015.

[7] Cf. Th. Adorno, El Ensayo como forma, en Id., Notas de Literatura, ed. Manuel Sacristán, Madrid, Ariel, 1962, pp. 11-36.

[8] Es de recordar que en Cartas sobre la Educación estética del hombre, también aunque en menor medida en Sobre poesía ingenua y poesía sentimental, Schiller avanza la más consistente e imperecedera crítica del pensamiento académico y sus hábitos.

[9] Pero nótese que ésta a veces deriva en juegos de casos y habilidades empírico-matemáticos que vienen a delinear de hecho la formulación simétricamente convergente aun por inversa con una filosofía “rapsódica”.

[10] Me refiero a Leibniz y a Gracián, pero además tomando en cuenta la pervivencia barroca, su valor de constante histórica, como es el extraordinario caso neobarroco de Lezama Lima en el siglo XX, recreador de una estética filosófica antimoderna a la que de inmediato aludiré.

[11] He efectuado el estudio y compilación de su obra teorética mediante el título de Escritos de Estética, Madrid, Dykinson, 2010.

[12] Puede verse nuestro reciente estudio y edición en Madrid, Verbum, 2020.

[13] He sometido a examen la genealogía del género de la Historia de las Ideas determinando en Menéndez Pelayo a su principal ideador: “La recepción de la obra de Menéndez Pelayo y la creación de la Historia de las Ideas”, Analecta Malacitana, 37, 1-2 (2014), pp. 7-37.

[14] Aunque concebida en buena parte al modo de historia del pensamiento, debe verse a este propósito la extensa monografía de Juan Belda Plans, La Escuela de Salamanca y la renovación de la teología en el siglo XVI, Madrid, BAC, 2000.

[15] He explicado el problema con detenimiento en el art. cit. en la anterior nota 12.

[16] De la manera más acabada y contextualizada en Escatología de la Crítica, Madrid, Dykinson, 2013.

[17] Cf. D. Mombelli, “La recepción de Andrés en el siglo XIX: Henry Hallam y la Historia Comparada de la Literatura Europea”, en J. García Gabaldón, Juan Andrés (1740-1817). Ensayo de una biografía intelectual, Madrid, Verbum, 2017, pp. 153-168.

[18] De la Storia della filosofía de Abbagnano me consta traducción portuguesa, pero se ha difundido extraordinariamente en lengua española, sucesivamente en dos editoriales y por último ha accedido insólitamente en una tercera editorial a un cambio de título (=Historia del Pensamiento, con supresión de los prólogos del autor y traductor, relevados por una Presentación) y supresión del nombre del Autor. Es decir, la obra incluso llega a aparecer en 1988 como si se tratase de fruto de un trabajo de redacción editorial, lo cual entre otras cosas es indicio de su popularidad.

[19] En parte IV, cap. 5, 8.

[20] F. Châtelet (dir.) (1972-1973), Historia de la Filosofía, vers. esp., Madrid, Espasa Calpe, 1976, vol. II.

[21] La obra reconoce en Suárez, un nuevo tipo de metafísica en la cual domina una terminología neutra (p. 20); así como una fundamentación firme en metafísica (Disputaciones) antes de entrar en teología (p. 48), a propósito de los universales (cap. 8) y la individuación, también en relación a Leibniz (pp. 216-223, 245-6), la idea de Dios y el contexto escolástico (caps. 10-11), la tradición ocultista, la última escolástica (caps. 16-17) y la ley natural (cap. 21), identidad, cognición e ideas, escepticismo, libertad y ética (caps. 28-35).

[22] Así lo ha hecho notar, entre otros, Luis Araquistáin, El Pensamiento español contemporáneo, Buenos Aires, Losada, 1962.

[23] Defensa de la fe, ed. bilingüe sobre la 1ª ed. (Coimbra, 1613), trad. de José Ramón Eguillor, Introd. de Francisco Álvarez, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1970, 4 vols.

[24] Uso premeditadamente el término ‘ideologismo’, entre otras cosas a fin de evitar el semiótico de ‘ideologema’.


CITA BIBLIOGRÁFICA: P. Aullón de Haro, “Deficiencia de la historiografía filosófica: la Escuela de Salamanca”, en Id. (ed.), Las Escuelas de Salamanca y Universalista, Madrid, Recensión, vol. 3 (enero-junio), 2020 [Enlace: https://revistarecension.com/2020/02/13/deficiencia-de-la-historiografia-filosofica-la-escuela-de-salamanca/]